Pasado #14

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Dreadwing regresó a la nave, a la cabina principal específicamente, para atender el llamado de Megatron.

     —¿Qué esta sucediendo contigo? Ni siquiera tuviste el valor de presentarte en la reunión con Sylas —dijo Megatron, con las manos en la espalda acercándose a él como lo hacía cuando iba a reclamar su autoridad como líder Decepticon. —He notado que estás muy distante y distraído, ¿qué es lo que te tiene así?

     El teniente se hincó sobre una rodilla, inclinó la cabeza y llevó una mano al pecho. —Mil perdones, lord Megatron. No volverá a ocurrir.

     —No, Dreadwing. No volverá a ocurrir. —La voz de Megatron era ronca y profunda—. Recuerda que solo eres un sirviente mío.

     Y con eso el sirviente sintió su lugar al Megatron darle la espalda y mirarlo sobre su hombro. Dreadwing se paró frente a la puerta, tras abrirse automáticamente lo primero que pudo enfocar fue al ángel blanco que se encontraba frente a él. Con la cabeza baja y un largo suspiro se acercó a ella.

     —¿Se encuentra bien, teniente Dreadwing? —preguntó Skyla acobijando sus mejillas—. ¿Qué le dijo?

     Dreadwing se regocijó en las caricias de ella, se sentía marchito y decepcionado de sí mismo después del llamado de atención de lord Megatron. Necesitaba apoyarse en alguien, y que ese alguien le diera fuerzas después de aquellas hirientes palabras. —Capitana, ¿puedo apoyar mi cabeza sobre su hombro?

     Con una suave sonrisa y una cálida mirada contestó. —Claro que sí, mi dulce caballero.

     Entonces él la jaló de la cintura y la apretó contra su pecho. Skyla gime de la impresión y Dreadwing esconde su rostro en su cuello. Ella le acaricia la espalda para hablarle con una voz melodiosa. —Aquí estoy, mi querido Dreadwing. —Hizo una pausa, luego susurró para ambos—. No te dejaré solo.

     En ese mismo instante Skyla recordó lo que le ayudaba cuando tenía sus momentos bajos, algo que siempre hacía su preciada hermana. Lo alejó por el cuello para luego jalarlo de la mano. —Acompáñeme, caballero Dreadwing.

      Lo guió hasta el interior de la Ever, situó unas coordenadas en el GPS. —Ya que su nave fue destruida, ¿quiere dar un paseo en la mía?

     —¿Usted dejará que conduzca su nave? —Dreadwing alzó una ceja, no olvidó la vez que ella lo largó del asiento de piloto.

     —Por supuesto que sólo esta vez, mi ingenuo caballero. —Como último gesto, Skyla le picotea los labios con el índice.

     Ese gesto era aún más nuevo que todos los anteriores para Dreadwing. No sabía cómo reaccionar más que mirar sus labios y moverlos de izquierda a derecha intentando adivinar porqué lo habrá hecho, pero lo que sí sabía es que le había gustado y que querría otro muy pronto. —Era de esperarse de las capitanas con sus naves —esboza media sonrisa mientras niega lentamente con la cabeza.

     Se sentaron en sus respectivos puesto. Dreadwing en el asiento del piloto enciende los propulsores, el sonido agudo de estos tomar fuerza y de los motores encendiéndose es algo que siempre ha excitado a Skyla, una de las tantas cosas por las que ama trabajar con naves. La Ever se eleva con el suave fuego azul que sale de los tubos de propulsión. —Parámetros conseguidos, hidráulica en marcha —dijo Skyla tocando teclas y palancas—. Listo para el despegue, caballero Dreadwing.

     El caballero jaló el timón para ganar fuerza y luego lo impulsa hacia el frente llevando a la Ever hacia la atmósfera.

     En el viaje hacia un rumbo desconocido, Dreadwing volteó a ver a Skyla. Quería preguntarle a dónde se dirijan sin asustarla con un ¡capitana!

Sirviente AzuladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora