Pasado #23

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Meses pasaron y finalmente Skyla y Knock Out regresaron. Al pasar el portal verde y pisar la superficie morada de la Némesis, en seguida llamaron a unos Vehicons para que los ayudaran a cargar la única oportunidad que tenían para recuperar a su hermana, más, unas herramientas extras. Al parecer, Starscream no había saqueado por completo la Harbinger.

     En sus manos tenían la protoforma que tanto habían buscado. El nuevo cuerpo de Ever.

     En la Némesis, las noticias corrían rápido por los pasillos. Apenas Dreadwing escuchó que la capitana había regresado, corrió con la spark galopando de la emoción por volver a verla. Empujó a todo aquel que se le cruzara en el camino hasta que la vio.

     Ahí estaba ella brillando, con su reluciente metal blanco, al final del pasillo.

     —¡Skyla! —llamó.

     La capitana volteó a verlo, con los brazos extendidos y una sonrisa. Dreadwing terminó de correr lo que le quedaba del pasillo para alzarla en sus brazos y girar sobre su propio eje. Ambos rieron de felicidad.

     —La extrañé, princesa.

     —Ya estoy en casa, caballero.

     Dreadwing la bajó y le acarició el sol de su mejilla con el pulgar. Skyla al sentirlo y ver el dedo anular recordó algo.

     —¿En qué habíamos quedado? —preguntó ella retóricamente—. Recuerdo haberlo visto arrodillado mientras pedía mi mano.

     —Como no, mi princesa. —Le tomó ambas manos—. Capitana Skyla, ángel de mi guarda y princesa de este caballero. Dejó una marca en mi spark desde el primer día que llegó con su dulce sonrisa y su conducta imprudente al colgarse de mi brazo, sus chistes malos y sin poder ocultar sus sentimientos. Hemos tenido muchas bajadas, unas literales, y muchas subidas, todo para llegar a este día en el que le pregunto, —Se arrodilló y sacó de su pecho la misma caja de la vez pasada—, ¿me haría el honor de ser mi Conjux Endura?

     Con su típica sonrisa cálida, contestó. —Acepto.

     Dreadwing le colocó el anillo. Skyla dio unos pequeños saltitos de la emoción, con un pequeño grito, para luego lanzarse al cuello del teniente.

     Saliendo por un pasillo, Knock Out mostró su presencia. —Escuché el grito. A ver, muéstreme ese anillo. —Skyla le extendió la mano y este lo tomó—. ¿Te gusta? Que clase de pregunta es esa. Claro que te gusta si lo hice yo.

     —Jaja —rio el teniente. En seguida los atrapó a los dos con sus gigantes brazos y los alzó en el aire.

      Skyla y Knock Out se unieron a las risas. La capitana estaba demasiado contenta, pero le hubiera gustado más que su hermana estuviera ahí para verlo. Fue entonces cuando se le ocurrió una idea. —¡AH! ¡YA SÉ! —gritó—. ¡Hagamos esto oficial! ¡Que Soundwave nos grabe para poder mostrárselo a Ever cuando despierte!

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     Fuera del puente, Knock Out le entregó nuevamente un ramo de rosas rojas. —Estas no me las vayas a tirar —reclamó Knock Out. Skyla rio, luego el doctor le acomodó el velo que él mismo hizo hacia adelante—. Con ese metal blanco siempre luciste como un ángel para mí, una princesa para él y ahora una novia para los dos.

     Skyla le plantó un beso en la mejilla. —Siempre seré su ángel, buen doctor.

     Apenas la puerta se abrió, Skyla caminó hacia su prometido con el ramo sobre su vientre, y cuando se alejó lo suficiente del doctor, Knock Out se tocó donde le plantó el beso y susurró para sí mismo. —Pero no mi novia.

Sirviente AzuladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora