°17°

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El tiempo siguió su curso, y para ese momento el Señor Black ya no sabía de cuántas muertes era responsable. Sus manos estaban manchadas de más sangre que nunca antes en su vida, pero no quería detenerse, asesinaba sin razón solo por la frustración de no poder hallar a su esposo.

Durante semanas estuvo viajando de un lugar a otro, interrogando criminales que no le dijeron absolutamente nada importante... Se sentía tan enojado pero también tan deprimido.

En ese momento sus ojos se mantenían fijos en una fotografía que sostenía entre sus manos. El rostro de Jimin parecía tan feliz en aquella imagen que Jungkook no pudo evitar derramar un par de lágrimas mientras que la botella de alcohol que tenía en su otra mano, era guiada una vez más hasta sus labios.

Estaba totalmente ebrio y lo había estado por casi una semana, bebiendo sin control, sumergiéndose en su dolor y tristeza.

Su aspecto era deplorable, no se había afeitado en los últimos días y aquello ya comenzaba a notarse. Tampoco se había bañado y eso era porque no había salido de su oficina en toda la semana, sin dormir más que unos cuantos minutos al día, con unas marcadas ojeras bajo sus ojos.

Ya habían pasado meses y no lograba obtener nada, ni una sola pista, ni un pequeño indicio de que su esposo siguiera vivo, y aquello lentamente fue matando sus esperanzas. Casi cinco meses buscándolo sin encontrar absolutamente nada.

Su corazón aún no quería aceptarlo, dolía bastante el darse cuenta de que realmente aquello estaba pasando. Jimin estaba muerto y su cerebro lo comprendía bien, pero su corazón no quería dejarlo ir, seguía aferrándose a una persona que ya no estaba.

De pronto la puerta fue tocada y pudo escucharse la voz de Seth al otro lado, quien a pesar de no estar de acuerdo con sus métodos, jamás lo abandonó y estuvo apoyándolo en todo ese tiempo.

—Tienes que comer— dijo apenas entró a la oficina importándole poco si Jungkook se llegaba a molestar.

—Déjame solo— murmuró.

—No, ya es suficiente Jungkook— dijo molesto—. Te has encerrado aquí a sufrir solo y terminarás cometiendo una estupidez... Morirás si no comes.

—Tal vez es lo que quiero— respondió y le dio otro trago a la botella—. Así podría quizá encontrarlo de nuevo— sonrió con nostalgia y pronto un pequeño sollozó abandonó sus labios.

Ante eso, Seth no pudo evitar acercarse y abrazarlo, pues para él, Jungkook siempre había sido como otro hermano, y le dolía mucho verlo en ese estado.

—Lo... Lo encontraremos— le susurró con la intención de animarlo, prefería verlo de pie con esa aura oscura rodeándolo, que verlo ahí tirado con ganas de morir.

—N-No— sollozó aferrándose a la camisa del peli blanco— No lo haremos, ¿Verdad?

El mayor no respondió, solo dejó escapar una pequeña lágrima y abrazó al azabache, quien aún le parecía un joven desorientado que tomó malas decisiones. Ahora Jungkook era un hombre, padre de dos adolescentes y líder de la mafia, pero para Seth, él seguía siendo un chico inocente que fue lastimado a tal grado de desviarlo de su camino por una tonta venganza.

—Tienes que dormir.

—No quiero hacerlo— negó con la cabeza—. A veces tengo pesadillas.

—Pero debes descansar, cuando estés mejor, tus ideas se irán aclarando y entonces sabrás qué hacer.

Con un poco de dificultad, logró que Jungkook se pusiera de pie, y con pasos torpes pudo guiarlo hasta la habitación, en donde lo recostó y se quedó de pie junto a la cama esperando que el azabache se quedara dormido, cosa que no tardó mucho en suceder ya que estaba realmente agotado.

SEÑOR BLACK: EL CISNE || SEGUNDA PARTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora