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Yuan, por otro lado, había vuelto solo a casa, su hermana había ido con sus nuevas amigas al centro comercial, algo que definitivamente él no haría, ni aunque Haerin hiciera ese puchero que casi siempre lo convencía.

Sujetando las correas de su mochila, el azabache caminó con pasos lentos y despreocupados mientras pateaba algunas piedritas en el camino.

—¡Oye Yu!— gritó una voz que él conocía, una que pertenecía a aquel chico que había conocido esa mañana. El nombrado cerró los ojos un poco harto y se detuvo aún sin voltear a verlo— Te llevo persiguiendo desde hace dos calles, caminas muy rápido— se quejó el mayor recargando sus manos en las rodillas al mismo tiempo en que tomaba grandes bocanadas de aire.

—¿Y por qué me seguías?— preguntó reanudando su paso. No es que le cayera mal el muchacho, simplemente hablaba demasiado y eso a Yuan le desagradaba.

—Pues porque te ví pasar y como ibas solo, se me ocurrió que podría acompañarte a tu casa.

El azabache le miró de reojo y lo escaneó con la mirada de arriba a abajo. No parecía un mal tipo, pero sus padres le habían dicho anteriormente que no debía confiar en cualquier persona.

—No quiero ser grosero y agradezco que quieras acompañarme, pero prefiero ir solo.

La sonrisa de Bonhwa se desvaneció lentamente y miró incrédulo al chico que iba a su lado, sin embargo notó que este tenía una expresión seria y no parecía estar bromeando, así que solamente rió bajito y dió unas palmaditas en su espalda que llamaron su atención.

—No te preocupes Yu... Lo entiendo.— le sonrió y finalmente dió media vuelta— ¡Te veré mañana en clase!

Bonhwa comenzó a correr en dirección contraria a Yuan y este se quedó mirándolo hasta que desapareció de su vista. Una sutil sonrisa se formó en sus labios y se dijo a si mismo que tal vez si le gustaba, solo que aún no estaba seguro.

Veinte minutos después, llegó por fin a su casa y luego de abrir la puerta, se dió cuenta de que todo estaba solo.

—¿Papá?— silencio—¿Alguien?— dejó caer su mochila en el suelo de la sala y caminó en dirección a la cocina pensando que tal vez sus padres aún no volvían del trabajo. Se dirigió al refrigerador para  buscar algo de comida y fue entonces que su mirada finalmente se topó con una nota.

Jimin y yo hemos ido a la mansión, al parecer hubo problemas. Volveremos mañana en la noche.

Cuídense mucho y recuerden no hablar con personas extrañas.

Los amamos.

Yuan tronó la lengua y dobló la nota para después guardarla en la bolsa trasera de su pantalón.

—¿Y por qué mierda no nos llevaron?—murmuró con el ceño fruncido. A decir verdad, extrañaba mucho a las personas que vivían allí, muchos de ellos fueron importantes en su infancia, especialmente Liam e Irina, aunque esta última ya no vivía en ese lugar, si no con el detective Naoto.

Aún murmurando cosas, tomó una caja de leche y después fue por un vaso de la alacena para poder servirse; sin embargo el timbre sonando interrumpió sus acciones.

—¿Y ahora qué?

Con pasos despreocupados caminó en dirección a la puerta, y al abrir se llevó una enorme sorpresa. Afuera se encontraba de pie un muchacho unos centímetros más alto con cabellera azulada y que poseía varias perforaciones. Éste le sonreía ampliamente y le miraba con fijeza.

SEÑOR BLACK: EL CISNE || SEGUNDA PARTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora