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Bajo el gran chorro de agua que salía de la regadera, Jimin se encontraba frotando suavemente su cuerpo, haciendo muecas de vez en cuando al tocar alguna herida o moretón aún existentes.

Sabía perfectamente que no saldría vivo de ese lugar si recibía otra paliza igual que la última, por eso aprovechó ese golpe en la cabeza y fingió haber perdido la memoria.

Quería encontrar algún momento de distracción para escapar, pero por como iban las cosas, eso sería mucho más difícil de lo que pensaba ya que desde que despertó hacía casi una semana, Yerik no lo dejaba solo ni un momento, siempre con el pretexto de "cuidar que no le pasará nada".

A diferencia de Ivanov, Yerik parecía ser un tipo más astuto, más cruel y más inteligente. Sus hombres no eran estúpidos, eran realmente aterradores aunque a Jimin en realidad eso no le causaba temor, sabía que podría deshacerse de cualquiera, el problema era que nunca andaban solos, siempre iban en pareja o en grupos más grandes.

—¿Y ahora qué haré?— se preguntó a si mismo encontrando como única respuesta seguir fingiendo hasta encontrar la oportunidad de huir.

Al salir del baño, encontró sobre la cama varias prendas de ropa. Al tomarlas apretó los dientes con fuerza y la camiseta la estrujó entre sus manos.

—Ese hijo de perra— murmuró soltando la prenda, pues sentía que a pesar de todo, Yerik seguiría humillándolo—. Te metiste con las personas equivocadas.

Entre maldiciones se vistió, y al verse al espejo se sintió igual que cuando trabajaba en el club, pues la ropa que el ruso le dejó sobre la cama, constaba de unos pantalones de cuero bastante ajustados y una playera de maya negra que permitía ver perfectamente su torso. Para finalizar se colocó unas botas negras y agitó un poco su cabello.

Antes de abrir la puerta tomó una bocanada de aire y trató de relajarse lo más que pudo. Esa sería la primera vez que saldría de la habitación y tal como supuso, dos hombres ya lo esperaban afuera.

—El jefe lo está esperando.— dijo uno de ellos mirándole sin descaro, y por supuesto que Jimin se dió cuenta de la insistente mirada de aquel sujeto, pero fingió no notarlo, solamente sonriendo y asintiendo cuando por dentro tenía ganas de sacarle los ojos.

Sin más palabras que decir, los tres caminaron hasta donde se encontraba Yerik tomando un vaso de whisky en el jardín.

—¡Ah! ¡Finalmente has venido!— exclamó el ruso con una sonrisa llena de burla al verlo vestido así, pero Jimin devolvió una sonrisa "inocente" y caminó hasta él.

—Gracias por la ropa— dijo luciendo realmente feliz—. Es muy bonita.

En ese momento la sonrisa de Yerik se esfumó lentamente, pues a pesar de todo, Jimin seguía sin mostrar lo que él quería.

—Hmm, me alegra que te haya gustado— forzó su sonrisa y caminó hasta unas sillas y una mesa que había a la mitad del lugar—. Por favor, toma asiento.

—Gracias.— el peli gris arrastró una de las sillas y tomó asiento allí, no sin antes pasear rápidamente su vista por todo el sitio, dándose cuenta de que muchos hombres estaban vigilando.

—Escucha, encontramos algunas cosas sobre ti— chasqueo los dedos y un hombre llegó con un sobre que le fue entregado a Jimin—. Tu nombre al parecer es Jeremy, Jeremy Brown.

Jimin se contuvo para no soltar una carcajada en ese momento y pensó si realmente no se le había ocurrido nada mejor. Aún así fingió sorpresa y alegría de saber "su nombre".

—Con que Jeremy Brown.— sonrió de lado y abrió el sobre encontrando varios documentos que él sabía, eran falsos.

Según esa información él era huérfano y no tenía familia de ningún tipo. En los documentos también decía que tenía treinta años y que sufrió un accidente automovilístico del cual fue rescatado por los hombres de allí. La única información verdadera era su lugar de nacimiento ya que efectivamente había nacido en Estados Unidos.

SEÑOR BLACK: EL CISNE || SEGUNDA PARTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora