Capítulo 6: Fuego A Ciegas.

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-Así que esta es la estrategia que tomaremos a partir de aquí, tenemos que dar prioridad a la evacuación de los civiles que viven en el trayecto.- coloco con fuerza la última ficha en el tablero. Era cierto que Alphonse era muy joven, pero su padre y su maestro, el general Grumman, le enseñaron bastantes cosas. Los generales intercambiaron una mirada culpable entre ellos. Alphonse se dio cuenta, junto las manos frente a su cara y dijo con la voz más fuerte y varonil que pudo.

-¿Hay algún problema con la estrategia?

Todos los presentes tragaron saliva.

-¿Acaso les ha comido la lengua el ratón?.- completo Hohenheim.

Este chico... Desprende la misma vibra que su padre y su abuelo. Es probable que lo hayamos juzgado mal. Puede que sea apto para esto, inclusive más que Edward-dono.

Muchos no estaban de acuerdo en que él estuviera en un puesto tan alto y menos que Edward, por estar con la mujer de la que se había enamorado, haya dejado todo a un lado. Pero después de lo que acababan de ver, muchos estaban pensando de nuevo sus planes.

-¿Que opina Edward sobre esto?

-El desconoce de la situación aquí.- estuvo apunto de decir que Edward y Winry estaban esperando un niño, pero sabía que estaba frente a unos traidores.

En cuanto termine todo lo que está pasando, yo mismo me encargaré de hecharlos a todos.

Por cierto, en Reseembol, las cosas se estaban complicando con cada minuto que pasaba.

-¡Hola buenos días!.- saludo con entusiasmo la señora pelirroja con una sonrisa de oreja a oreja que llevaba entre sus manos un pastel.

-Buenos días... ¿Que desea?.- pregunto con cautela Pinako.

-¿Aquí vive Edward Elric, cierto?

-Así es.

-Mire, mi nombre es Sandra Diaz, y hace un tiempo Edward Elric salvo a mi hija de unos tipos malos. Así que le hice este pastel para agradecerle.- le entrego el pastel a Pinako.

Ella lo tomo pero algo en esa persona le hizo desconfiar de ella.

-Muchas gracias.

-Por cierto, soy un medico que vino de intercambio por el medico de aquí. Así que estaré por estos rumbos por mucho tiempo.- le entrego una tarjeta de presentación. Pinako la observo con detenimiento y parecía ser verídica.

-Oh, muchas gracias.

Sandra sonrió.

-El placer es mío.- se dio vuelta y comenzó a caminar rumbo a su hogar.

Pinako cerró la puerta y fue a la mesa. Estuvo a punto de tirarlo cuando llegó Winry.

-¡Abuelita que estas haciendo!

-Oh, solamente voy a tirar esto, me lo acaban de regalar.

-Luce delicioso, ¿Porque no lo probamos?. Si fue un regalo... ¡No hay que desperdiciarlo!

En los ojos de su nieta vio el gran antojo que solo se ve en los ojos de una mujer embarazada. Soltó un suspiro y fue por dos platos, cucharas y un poco de leche .

-Primero yo lo probaré. Ya después te diré si lo comes o no.

-Esta bien, aunque, ¿porque te lo regalaron?

-Realmente se lo dieron a Edward, porque salvo a una muchachita del pueblo.

-Con más razón no hay que desconfiar.- sonrió de oreja a oreja. Esperaba ansiosa a que su abuela le dijera que podía comer.

Polos Opuestos II: El Fuhrer y el Alquimista (FINALIZADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora