Capítulo 11: La Meta De Mi Vida.

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-Si, claro hijo. Si, sí, ya veo. No te preocupes, déjalo en mis manos.- Hohenheim colgó el teléfono con una sonrisa perversa en sus labios. Si algo habían aprendido de su padre era usar todo a su favor. En ese momento, en la sala de juntas del Cuartel General, todos estaban nerviosos, se había expandido el rumor que el traidor había sido atrapado. Hohenheim miró a todos con frialdad, se sentó en su silla y la hizo girar para darles la espalda y darle un toque más dramático.- Hemos capturado con éxito al traidor, ¿Quien lo diría? Un Alquimista Nacional, el orgullo del país, el que debería de ofrecer su vida a la soberanía de Amestris. Pero ahora que recuerdo, un Alquimista no tiene un rango como para movilizar semejantes acciones, mira que infiltrar a más de 70 personas en un cuartel en el cual es muy complicado ingresar por el curriculum que se debe de cumplir. Y siendo sincero, Kimblee no tenía un gran carisma como para tener aliados que lo ayuden a mover tantos papeles.

Toda la habitación estaba en completo silencio, Hohenheim se giro lentamente, para aumentar la tensión. Todos estaban pálidos y observando cada uno de sus movimientos.

-S-señor.... Usted cree que...

-Oh no solo lo creo, SÉ que alguien aquí movió sus influencias.

-¿Como llego a esa conclusión?

-Oooh, super fácil, porque Edward me lo ha dicho, Kimblee y los asesinos han delatado a los culpables.- Todos tragaron saliva, algunos parecían que estaban a punto de desmayarse y otros estaban con los ojos como platos.

-Imposible, esos asesinos tenían un excelente historial, no pudieron habernos delatado.

-Ohhh ¿Acaso tu los conoces?

-¡Claro! Yo los...- el hombre, literalmente, se cago en los calzones.

-The Sound Of Silence, es un grupo de asesinos con un excelente historial, sin embargo, muy pocas personas pueden contactar con ellos de ahí la dificultad.

-Mierda...

-Sheska.- hablo por el teléfono.- puedes enviarme algunos guardias a la sala de juntas, por favor.

-Ickkk.

-Bien, ¿Quien dice yo? O prefieren que los llame como los fue delatando Kimblee.

-¡Por favor! Hohenheim-sama no sea tan cruel con nosotros ¡por favor!

-Es cierto que no queríamos a Alphonse en el puesto, pero no pensamos que llegaría a tal extremo.

-¡Por su madrecita chula que está en el cielo! ¡No nos haga daño!

-Jajajajajajaja ¡Cobardes! Kimblee no ha dicho nada. Aunque gracias por ahorrarnos el trabajo, ahora... Van a tener que cantar cual aves.

Obtener la información acerca de donde estaban los rehenes, fue de lo más sencillo.

-Bueno, ya que mi padre nos ha enviado la localización, podremos armar una buena estrategia.

-Ya he pensado en una.- Alphonse saco algunas hojas de papel y una pluma.- somos alrededor de 20 Alquimistas. Ahora bien, solamente 5 se encargaran de hacer un límite para que no sigan avanzando las tropas enemigas. Francotiradores y alquimistas se encargarán de retenerlos ahí, mientras que los demás soldados los arrinconaran desde atrás. Mientras que ellos no lancen ninguna bala, nosotros haremos lo mismo. Si es necesario, las balas serán reemplazadas por somníferos, para evitar bajas de ambos lados. Apuesto que nadie quiere más muertes.

-Bien pensado Al.

-Ahora lo siguente. El resto de los alquimistas se encargarán de crear una distracción en el Monte de Briggs. Mientras que nosotros entramos por esta puerta que nadie conoce más que la Mayor Armstrong y el Fuhrer. Ahí entraremos mi hermano y yo.

Polos Opuestos II: El Fuhrer y el Alquimista (FINALIZADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora