Capítulo 7

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Lan Sizhui no pudo evitar que su mano temblara, pero Wei Wuxian sostuvo la lámpara de aceite justo antes de que tocará el suelo. Con calma, lo rozó contra el talismán de fuego ardiente, se levantó y lo puso sobre la mesa.

– ¿Hiciste eso tú misma, Gerente? Están bastante bien hechos.

El resto finalmente se dio cuenta de que la gente que estába parada en la habitación no eran humanos reales, sino en realidad maniquíes de papel. _______ se río, levemente, por cómo los juniors suspiraron.

Los maniquíes estaban bien hechos. La cabeza y el cuerpo de los maniquíes estaban hechos delicadamente a mano, del mismo tamaño que de las personas reales. Esto sorprendió a la protagonista, eran simplemente perfectos a su vista. Hasta las hebras del cabello se veían muy reales.

Como todos estaban muy absortos en los maniquíes, Wei Wuxian aprovechó para prender los candelabros que estaban en otra mesa. La luz llegó a la mayoría de los rincones de la casa. Se lograron deslumbrar dos coronas de flores en ambos lados de la habitación. El oro de papel, el dinero fantasma y las pagonas estaban amontonadas junto a la pared. En otras palabras, objetos fúnebres de gente común. Ni aunque un cultivador prominente falleciera, nadie emplearía estos objetos fúnebres.

Al verlos tranquilos, Wei Wuxian volvió a preguntar a la anciana.

– ¿Nos sería posible pedir prestada su cocina?

La anciana casi se escondía de la lámpara, como sí le desagradara la presencia de cualquier luz.

– La cocina está en la pared de atrás. Úsela como desee.

Después de pronunciar aquellas palabras, se dirigió a otra habitación como sí estuviera evitando la plaga. Ella golpeó la puerta tan fuerte que logró asustar a algunos.

Jin Ling exclamó.

– ¡Definitivamente hay algo mal con la bruja! ¡Tú...!

Wei Wuxian respondió.

– Está bien. Cállate. Necesito a alguien que me ayude ¿Algún voluntario?

Lan Sizhui se apresuró.

– Yo puedo.

Lan Jingyi quería moverse. Verlo parado tan rígido como un palo y sin hacer nada, era tan extraño. Bueno, hasta que decidió hablar.

– ¿Entonces, qué hago?

– Permanecer de pie. No te muevas sí no te digo que lo hagas.

_______ se río ante la situación. Pobre Jingyi. No podrá moverse.

Wei Wuxian y Lan Sizhui se dirigieron a la cocina para poder preparar el antídoto, siendo seguidos por Jin Ling.

– Sí me disculpa, Baoshan Qiu. También, voy a ir a ayudar.

Lan Jia Li se alejó, caminando con la elegancia de un Lan, hacia la cocina.

Mientras tanto, _______ se quedó ahí. Sin hacer nada. Eso era aburrido. Solo le quedaba esperar a que trajeran el congge.

– ¿Qiu, en qué piensas?

La voz de Lan Jingyi la devolvió a la realidad. Ella se había distraído en sus pensamientos.

– En nada. ¿No te habían dicho que no te movieras?

Lan Jingyi alzó los hombros y sonrió.

– Están preparando la medicina. Así que, ya no tengo de que preocuparme.

A nuestra protagonista no le quedó de otra más que responderle con sarcasmo.

– Claro, cómo tú digas. No es que el veneno cada vez que te mueves recorre más rápido tu cuerpo. Para nada es así.

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