Valentín
Estaba viendo una película cuando de repente sonó mi celular, me fijé en quién era y el nombre de Manuel estaba en la pantalla. Me pareció extraño, ya que no hablábamos hace mucho, desde que dejé la FMS, para ser más concreto, pero aún así respondí.
📱
V: Hola, Manuel. ¿Pasa algo?
M: No, no pasa nada, solo me pareció buena idea llamarte.
De fondo escuchaba risas y música, como si estuviera en un boliche.
V: ¿Estás en un boliche?
M: ¿Yo? Nooo, estoy en mi cama dormido, escuchá.
Manuel alejó el celular de su oreja y pude escuchar mejor la música y las risas, incluyendo la de él, que parecía intentar aguantarla.
De pronto Mateo agarró su celular y empezó a hablarme.
Mt: ¿Valentín?
V: Mhm
Mt: ¿Podés venir a por el pelotudo de Manuel? Ninguno de los que estamos aquí podemos llevarlo en carro, por obvias razones. Además lleva media hora llamándote y nos tiene los huevos llenas.
V: Mateo, son las 2 de la mañana.
Mt: Ya sé, pero...
Escuché a Mateo gritarle a alguien, para después volver a la llamada.
Mt: Mirá, si no fuera necesario no te lo estaría pidiendo, pero es que ya hasta está llorando porque dice que a vos no te importa cómo esté él.
Suspiré con cansancio.
V: Pasáme la ubicación y voy por él.
Mt: Gracias, de verdad, no aguanto más a Manuel llorando.
V: Como sea, adiós.
📱
Después de que me llegara la dirección fui al boliche, donde vi en la entrada a Mateo sujetando a Manuel mientras este vomitaba.
Salí del carro y me dirigí hacia ellos. Cuando estuve a su lado el primero en verme fue Mateo.
-Lleva un rato vomitando, lo digo para que le abrás la ventana por si acaso.
Lo único que hice fue mirarlo mal, porque seguía sin perdonarle que me llamara para venir hasta acá.
Manuel notó mi presencia y empezó a llorar de nuevo, pero no le presté mucha atención, porque, aun después de vomitar, seguía borracho.
Yo iba a pasar su mano por encima del hombro para ayudarlo a caminar, pero al parecer él tenía otros planes, porque, sin darme tiempo a quejarme, saltó y se agarró de mí como si fuera un Koala. Para que no se fuera a caer lo agarré de los muslos, y caminé con él así hasta el carro, mientras escuchaba las risas de Mateo y como nos silbaba.
-Como te sigás riendo te lo dejo en la joda, a ver quién se ríe más.
-Pero no te pongás así, si sabés que querés quedarte con él.
-Andá a cagar y déjame en paz.
Mateo al final entró de nuevo al boliche entre risas, mientras que yo por fin llegué al carro e intenté bajar a Manuel, pero se resistió.
-Manuel, mírame. -Alzó la cabeza, que llevaba escondida en mi cuello, y me miró-. Tenés que bajarte para que podamos subir al carro.
-Pero yo no me quiero bajar.
-Si no te bajás no vamos a poder subir, y yo tengo frío, no sé vos.
-¿Y si subimos juntos?
Para ese punto estaba apoyado en el capó del carro, porque mis piernas ya no aguantaban su peso. Seguramente fuera de contexto parecíamos una pareja.
-Manuel, no entramos juntos, ahora bájate para poder subir al carro y llegar a mi casa, que quiero dormir y por tu culpa no puedo.
En ese momento los ojos de él se cristalizaron, y su labio inferior le empezó a temblar.
La puta madre, para qué hablo.
-No vas a llorar -dije entrando en pánico, pero no obtuve respuesta-. Manuel, no podés llorar. -Esta vez sí obtuve respuesta. En un segundo Manuel empezó a llorar, y yo intenté calmarlo, pero cuanto más hablaba peor se ponía.
-Si soy una molestia para vos no hubieras venido.
-Yo no dije eso, Manuel.
-Sí, sí lo dijiste.
Y volvió a empezar a llorar.
-Necesito que te calmés, por favor.
-No, no me voy a calamar, venís acá y me restregás en la cara que no te importo y que solo soy una molestia para vos. Andate a la re concha de tu hermana, dejás de hablarme como si nada desde que te fuiste, y ahora que te llamo yo dejando mi orgullo de lado porque extraño a mi amigo venís a...
En pos de callarlo le di un beso en el cuello, que era a lo que más acceso tenía, y como eso lo tomó desprevenido su agarré se aflojó, así que logré bajarlo de mí.
Él parecía una estatua, y tuve que subirlo prácticamente al carro, porque ni una tormenta lo hubiese despertado del shock.
Una vez en el carro me giré para ver si seguía igual, y sí, ni el alcohol lo habría dejado tan mal.
-Manuel, mírame. -Como vi que él no tenía ninguna intención de moverse tuve que agarrar su mentón para girar su cara, y que así me mirara-. Despertá, que no fue nada importante, necesitba callarte y de paso te bajarte de mí, y funcionó, eso fue todo, ahora relájate que no fue para tanto.
Manuel pareció despertar del trance, y lo único que atinó a hacer fue poner sus dedos en la zona en la que había puesto mis labios, para después apoyar su cabeza en el cristal.
Si hubiera sabido que se iba a poner así no lo habría hecho.