A mí lado se encontraba un Manuel tenso que no podía ni hablar.
–¿Quién es, Manu? –Intenté que centrara su atención en mí para que se relajara, pero no obtuve resultados.
–Thiago, ¿no te ha hablado de mí? –Thiago alzó una ceja mirando a Manu y a mí me empezaba a incomodar su presencia.
–No, la verdad que Manu no me habló de vos. ¿De qué se conocen? –La pregunta iba dirigida a Manu pero, nuevamente, quien respondió fue Thiago.
–¿Que de qué nos conocemos? Manu y yo éramos novios, y bueno, ahora nos vemos de vez en cuando. –La sonrisa que se le formó en el rostro cuando vio mi rostro decaer me llenó de rabia.
Era consciente de que Manuel y yo no habíamos oficializado nada, pero no pensé que fuera necesario, aunque, por lo que decía Thiago, al parecer estaba equivocado.
–¿De vez en cuando? –Él era consciente de lo que estaba haciendo, y yo también sabía sus intenciones, pero aunque quisiera no era capaz de ignorar esa presión que se estaba formando en mi pecho.
–Sí, por ejemplo, hace unos días nos vimos. ¿Recordás lo bien que la pasamos, amor? –Se encargó de remarcar bien la última palabra para que no nos quedaran dudas de lo que estaba diciendo.
En mi cabeza todo estaba dando vueltas. Hace unos días él y yo también nos habíamos visto y muchas veces terminaba en algo sexual, pero claramente la base de nuestra relación no era solo lo sexual, o al menos no para mí.
–¿No pensás decir nada? –Me giré a Manuel y este por fin pareció recuperar la compostura –. Sí, a vos te hablo. -le escupí cuando me miró a los ojos.
–Yo... bueno, vos sabés, nosotros... –Me estaba poniendo peor que no fuera capaz de decirme nada.
–Dale, decílo, tranquilo. –Intenté animarlo, pero solo porque quería confirmar lo que el otro había insinuado. Manuel pareció relajarse por el tono que usé.
–Antes que nada, tenés que saber que no significó nada, que fue un error. –Dale, pelotudo, así querés que te perdone, pensá en algo mejor, convénceme de que no sos un hijo de puta.
–Y, perdoná que te interrumpa, amor, pero a una pija no se cae por error, y menos tres veces. –Que alguien calle a este pelotudo de mierda o le reviento los dientes para que se le vaya la sonrisa.
–Cállate, Thiago, la cosa no es con vos. –Manuel lo fulminó con la mirada y luego regresó su vista a mí. Se fijó en mi mirada y se dio cuenta de que el tono de mi voz no representaba mis sentimientos y su mirada pasó de ser calmada a reflejar arrepentimiento.–. Valentín, vos y yo no somos nada, yo no pensé...
–Ese es tu problema, que no pensás en nadie que no sea vos. –Intentaba sonar duro, pero necesitaba soltar el nudo que tenía en mi garganta.
–Las cosas no son así y lo sabés -dijo tajante.
–Ah no, pará, que ahora te querés hacer la víctima. No me jodás. Sí, tenés razón, no éramos nada. –Saqué el papel donde tenía escrita la canción que le había tarareado hace unos meses y pensaba regalarle después de pedirle que fuera mi novio–. Tomá, era la canción que te había escrito. Te la pensaba dar después de pedirte hoy que fuéramos algo, pero parece que yo era el único que pensaba en eso, vos estabas muy entretenido comiéndote la pija de otro.
–Estás exagerando las cosas, Valentín, cálmate. –Intentó agarrarme de la muñeca para que no me fuera y yo me aparté bruscamente.
–Escúchame, Vainstein, no me volvás a tocar en tu vida. –Me giré a ver a Thiago que se encontraba con una sonrisa triunfante y luego me giré a ver a Manuel que, para sorpresa de nadie, no parecía tener alguna expresión en su rostro –. Andá con él, garchátelo para después venir a mi casa y buscar que te abrace y te haga mimos, hijo de puta. -Cuando escupí la última palabra una lágrima amenazó con escapar de mi ojo, así que para evitar que él me viera me giré y caminé lo más rápido que pude, escuchando los gritos de él. Lo ignoré, porque sabía que si por mí fuera estaría de nuevo en sus brazos y lo perdonaría.
N/A: estoy teniendo unos problemas personales, pero este capítulo está escrito desde hace semanas, incluso meses. Perdón por no actualizar.
