Cómo hacer llorar a Tony Stark

5.5K 355 166
                                    

—¿Qué tal estoy?

Salí de la habitación y di una vuelta sobre mí misma para que Steve pudiese ver mi elección: un bodi de encaje negro con manga francesa y escote barco junto a una falda vaporosa del mismo color por encima de las rodillas. Había recogido mi pelo en una trenza de raíz deshecha y me había maquillado levemente, acentuando los labios con un rojo intenso. Como punto final llevaba unos altos zapatos de tacón.

El Capitán América se tomó su tiempo observándome y me hizo un gesto para que volviese a dar otra vuelta sobre mí misma, cosa que hice con gusto.

—Estás preciosa —se acercó a mí con una sonrisa en los labios y me rodeó con los brazos. Gracias a los tacones su boca quedaba más cerca de la mía.

—Usted también lo está, Capitán —le di un casto beso que le dejó los labios manchados de carmín. Con mimo se los limpié y él aprovechó para besar mi mano.

—Me alegra que este año Tony haya decidido celebrar un cumpleaños familiar —dijo.

—Sí, la verdad es que vamos a estar más tranquilos.

—No lo decía por eso —llevó sus labios hasta mi mejilla y fue descendiendo poco a poco, llenándome de pequeños besos.

—¿Entonces? —ladeé la cabeza para darle mejor acceso a mi cuello y suspiré cuando dejó un suave beso sobre la zona.

—Así no tengo que soportar a otros hombres mirándote.

Solté una pequeña carcajada.

—Pero yo solo tengo ojos para un hombre —mis palabras le hicieron succionar juguetonamente la sensible piel de mi cuello.

—Espero que ese hombre sea guapo —murmuró.

—Es el hombre más apuesto que he visto —sus manos descendieron de mi baja espalda a mis muslos y empezaron a colarse por el bajo de la falda —, con unas manos muy peligrosas.

Mordió mi cuello haciéndome jadear a la vez que me agarraba una nalga con cada mano y me pegaba completamente a él.

—Como sigas no nos vamos —enredé los brazos en su cuello y empecé a acariciarle con las uñas la nuca.

—No te veo muy dispuesta a separarte —sus labios volvieron a subir hasta los míos, pero no me besó. En vez de eso suspiró y sacó las manos de debajo de mi falda, colocándolas nuevamente sobre mi cintura.

—¿Por qué paras? —puse un puchero.

—Porque tú no ibas a hacerlo.

—Sí, en eso tienes razón.

Con una sonrisa besó castamente mis labios antes de separarse definitivamente.

—¿Estás lista?

—Sí, vayamos cuanto antes a esa puñetera fiesta para volvernos lo más pronto posible —agarré el bolso y el abrigo del sofá.

—¿Y esas prisas?

—Porque cuando volvamos pienso atarte a la cama y no soltarte hasta que amanezca.

Disfruté de ver como Steve tragaba con fuerza antes de abrirme la puerta.


—¡Hora de los regalos! —gritó Sam, llamando la atención de todos y atrayéndonos hacia el conjunto de sofás y sillones.

La verdad es que prefería mil veces las nuevas fiestas de Stark a las antiguas. Desde que algunos Vengadores habían decidido agrandar nuestra familia con mini vengadores, ahora todo era mucho más tranquilo en la Base. Sí, finalmente Tony y Pepper habían dado el paso cuatro años atrás y ahora la pequeña Morgan correteaba por el laboratorio de su padre día sí día también, mientras que T'Challa y Nakia ya le habían dado una heredera a Wakanda, Vera, quien acababa de cumplir los dos años. Lo que nadie se veía venir es que Sam y María volviesen de una misión casados por Elvis en Las Vegas y con un bollito en el horno. Ahora, Ethan había alejado a Hill de la acción, por lo menos hasta que el enano cumpliese el año. Y yo era la tía más feliz del mundo robando a los niños de vez en cuando y malcriándolos todo lo posible

Romanogers: Little storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora