Noches en vela

4.8K 326 39
                                    

Odiaba las noches en las que Steve no estaba a mi lado. No solo por la preocupación de saber que estaba en alguna misión, sino por lo grande que se me hacía la cama sin él. Y parecía que el bebé también lo sentía, porque no dejaba de moverse.

—Shhh... pequeña —acaricié con mimo la zona donde la sentía patear inquieta.

A los ocho meses no era muy agradable que tu hija con el suero del súper soldado patease inquieta en tu interior. Y lo peor es que sabía que era mi culpa, porque el bebé sentía la angustia que yo misma me autoprovocaba al pensar todo lo que podría salir mal en la misión de Steve. Sí, la Viuda Negra andaba lloriqueando por las esquinas por su marido. Quien te ha visto y quien te ve, Natasha.

Pero desde que nos habíamos enterado de mi embarazo, las cosas eran diferentes, especialmente para mí. Antes, cuando el señor Capitán América tenía que ausentarse por misiones, me preocupaba, obviamente, pero no de la forma que lo hacía ahora. Antes podía dormir cuando él no estaba y me mantenía ocupada con facilidad, pero ahora se me hacía cuesta arriba. El simple hecho de pensar que podría pasarle algo y no llegar a conocer a la niña me aterraba tanto que se había vuelto mi peor pesadilla. Y la idea de tener que criar a este bebé sin su padre, sin el amor de mi vida... mejor no pensar en ello.

Sí, posiblemente las hormonas del embarazo me tenían más sensible de lo normal, pero teniendo en cuenta los peligros de nuestra profesión era difícil estar tranquila cuando él estaba fuera. En ocasiones Wanda se quedaba conmigo, otras veces era Pepper, Laura o Clint. Pero esta noche estaba sola.

La pequeña volvió a patear.

—Sé que echas de menos a papá, nena, yo también lo hago —continué acariciando mi vientre por encima de la camiseta de Steve, en un penoso intento de que se calmase—, pero tienes que dejarme descansar un poco.

En respuesta, recibí otra patadita.

—Te parece gracioso, ¿eh?

Con un suspiro me levanté de la cama y atravesé el salón hasta llegar a la cocina. Puede que un vaso de leche caliente y un poco de música relajante me viniese bien. Tan solo eran la una de la mañana y se suponía que Steve no regresaría hasta el amanecer, por lo que la noche iba a ser larga si no conseguía dormir.

Y no, no iba a conseguirlo si no dejaba de acordarme de él.

Así que me preparé un Colacao bien calentito y cogí un paquete de galletas. Después puse una lista relajante de Spotify y me senté en el sofá a oscuras, a observar como llovía. No encontraba plan más relajante, a excepción de llenar la bañera y encender un par de velas, cosa que no se me antojaba para nada porque requería demasiado esfuerzo físico.

—¿Sabes, enana? Tan solo faltan ocho semanas para que nazcas y todavía no tenemos un nombre para ti —volví a colocar la mano sobre mi tripita—. Le ofrecí a papá llamarte Sarah, como su madre, o Peggy, como su primer amor, pero no estaba convencido. Me explicó que quería que tú tuvieses tu propio nombre especial, igual de significativo que los nombres de las tres mujeres más importantes en su vida. ¿Y sabes quién es una de esas mujeres? Durante años me hubiese costado creerlo, todavía me sigue pareciendo una ilusión, pero sí, mamá es una de esas mujeres —suspiré y sentí como la pequeña seguía pasándoselo en grande dentro de mi vientre—. Quién me diría a mí que acabaría casada con el Capitán América y embarazadísima de su hija.

La verdad es que todavía me parecía surrealista que me hubiese convencido para casarnos. Pero la ceremonia fue tan impredecible, tan diferente y tan especial que volvería a tras mil veces en el tiempo para revivirla una y otra vez. Nos casamos rodeados de estrellas, literalmente. Carol y Thor se hicieron con una gran nave espacial que tenía una bóveda de cristal que permitía observar la inmensidad de la galaxia. Y ahí nos casamos. Wanda, Pepper y Laura se encargaron de decorar la bóveda con miles de velas, que junto a las estrellas fueron la única iluminación y decoración del espacio. Furia hizo los honores y nos casó y tan solo nuestra familia más cercana fue partícipe de ello.

Romanogers: Little storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora