Sin aliento, parte I

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—Tiene que haber algo que estemos pasando por alto —murmuró Clint frustrado. La falta de sueño había hecho estragos en él, al igual que en el resto del equipo. Todos estaban cansados y demacrados, tenían oscuras ojeras bajo los ojos y la mirada muerta. La ropa de Wanda no combinaba, Tony ni siquiera se había peinado ese día y las manos de Steve estaban llenas de vendajes a causa de los puñetazos que le había dado a una pared.

Natasha estaba desaparecida. Llevaba tres semanas sin dar señales de vida. Nunca había vuelto de la misión a la que fue enviada a Turquía y los agentes de apoyo habían aparecido todos muertos.

—¿El qué? Ya lo hemos revisado todo —gruñó Tony, volviendo a pasar las imágenes por la pantalla holográfica.

En un principio nadie se extrañó de que la rusa no se reportase los primeros días. Cuando se trataba de misiones complicadas no le gustaba poner en riesgo su seguridad al comunicarse con la Base. Pero al quinto día, cuando no se sabía nada de ella y las autoridades de Ankara avisaron a S.H.I.E.L.D. de la aparición de una serie de cuerpos de su escuadrón, todo cambió. Los Vengadores viajaron a Turquía, hasta la localización a la que Nat había sido enviada. Y después de rastrear el complejo militar donde se encontraba el objetivo de la Viuda Negra y no encontrar nada, peinaron el bosque que bordeaba el complejo y los pueblos de alrededor, pero no encontraron nada, ni una sola pista.

Parecía como si a Natasha se la hubiese tragado la tierra.

Durante diecisiete días, los Vengadores, los agentes de S.H.I.E.L.D. y algunos agentes de la C.I.A. buscaron a Natasha por toda Turquía y empezaron una investigación en los países vecinos. Desde Wakanda, el Rey T'Challa había cooperado con la búsqueda ofreciendo algunos de sus avanzados equipos, pero ni aún así, ni con los poderes de Wanda ni la gema de Visión, consiguieron encontrar a Natasha.

—Le han hecho algo... —murmuró Wanda.

—¿Qué?

Steve levantó la cabeza y la miró con los ojos bien abiertos.

—No nos pongamos en lo peor, señorita Maximoff —dijo Furia, la única persona en todo el complejo de los Vengadores que mantenía la cabeza fría tras diecisiete días de búsqueda fallida.

—¡Es Natasha! —gritó Wanda con los ojos llenos de lágrimas— Si estuviese en perfecto estado ya hubiésemos tenido noticias de ella.

—A lo mejor simplemente no puede y está esperando el momento oportuno... —Sam le pasó un brazo por encima a la sokoviana y esta se refugió en el cuerpo de su compañero.

—Y si estuviese muerta ya nos habríamos enterado. El que lo hubiese hecho hubiese presumido de matar a la temible Viuda Negra —añadió María Hill.

Steve se levantó de la silla donde estaba sentado y se acercó a la cristalera. La noche empezaba a caer, un nuevo día sin Natasha. Desde que había desaparecido, el líder del grupo no había sido capaz de volver a respirar de verdad. La comida no tenía sabor alguno y se le antojaba asquerosa, las pesadillas invadían sus sueños cada vez que cerraba los ojos y su cabeza no hacía más que recrear miles de panoramas fatídicos. La incertidumbre y la espera le estaban matando, por no hablar de lo inútil que se sentía.

—Quizá ha sido ella la que ha querido escapar de nosotros... —murmuró Bruce.

—Eso son gilipolleces —le contestó Clint.

—¿Por qué? Ella siempre ha sido así de impredecible.

—Natasha nunca haría eso. No se iría sin dejar al menos una nota para no preocuparnos —dijo Bucky.

Romanogers: Little storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora