Amenazas y rumores

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La rueda estaba lista, si bien no era un trabajo pulcro se veía bien resistente, lo suficiente como para llegar a la ruta y buscar un taller donde la revisaran. El anciano se acercó a Gonzalo.

- ¡Treinta lucas!

No importaba si estaba junto al oyente o lejos don Anselmo siempre gritaba. Sacó su billetera y le entrego el dinero. La mirada del anciano lo dijo todo, esa noche iba a tomarse cada peso de lo ganado. Pero así era por esos lugares, al menos algunos.

- ¡Vamos a tomar algo! - indicó.

Don Fidel e Isaac siguieron al anciano, Gonzalo por su parte tuvo sus dudas, pero esa podía ser una buena posibilidad de obtener más información.

- ¿Entonces qué cree usted de estos incendios? - preguntó el reportero.

- ¡¿Qué dice?!

Había olvidado que le debía gritar.

- ¿Cree que estos incendios son intencionales?!

-Puffff - hizo una mueca -. Claro que si... - no hizo falta mucho para que también comenzara a decir todo lo que sabía. Sin embargo, momentos antes Isaac le había dicho que tuviera cuidado, "la mitad de lo que el viejo ese dice son puros cuentos, el resto es completamente cierto, el problema es saber cuál es la verdad", dijo. No le quedaba otra opción más que escuchar atentamente y notar cualquier gesto engañoso. Fue así como el anciano comenzó a contar sobre cómo era que había apagado más incendios de los que habían ocurrido realmente. Historias fantásticas sobre el fuego volando a su alrededor sin que lo tocaran las llamas y cosas de ese estilo. Estaba claro que habría sido un excelente guionista. Pensó. Entonces, su rostro cambio, se inclinó para adelante en su maltrecho sofá y como nunca antes bajo la voz. Dando la idea que no deseaba ser escuchado por nadie más que los presentes-. El otro día llegaron unos hombres... - trago saliva -. Se veían extraños, como si buscaran algo... en realidad querían saber si yo había visto a gente dando vuelta por estos lugares en la noche... - apretó los labios -. No tenían cara de buenos amigos, uno de ellos llevaba una cicatriz y un tatuaje. Lo supe al tiro estuvo en Canadá... Usted entiende- sonrió.

- ¿Puede explicarse?

-Si vi a alguien haciendo algo malo, prendiendo fuego o algo así... no eran policías, llevaban chaquetas de CONAF, pero no lo eran... tengo un nieto que trabaja como brigadista y los conozco a todos... a estos nunca los había visto. Me tinca que buscaban saber si yo sabía algo de cómo partieron los incendios...

- ¿Qué les dijo?

-Que nunca vi a nadie... con esa gente lo mejor es hacerse el que uno no sabe, para un viejo como yo es fácil... - la verdad es que hace unos días vi a tres hombres dando vueltas por acá en la noche. Estas son mis tierras, las conozco bien, ni me vieron...

En ese momento Gonzalo pensó cómo era que había visto gente si estaba tan ciego. Sin embargo, ahora hablaban en tono normal y el anciano escuchaba todo. "De seguro este viejo no tiene ningún problema y solamente se hace el ciego y sordo." Pensó.

-Los vi clarito estaban con un bidón y llevaban un palo en la mano... - a las pocas horas empezó un incendio-. Está claro que fueron ellos...

- ¿Por qué cree que haría algo así?

-Por malos, la gente es mala... como decía mi madre, no hay nadie bueno y los que parecen buenos son los peores... pero en este caso ese hombre se veía demasiado malo... - una vez más aparecía en la mesa el hombre de la cicatriz. Ya no podía ser una coincidencia, a donde hubiera o fuera haber un incendio él aparecía. De seguro algo tenía que ver con esos focos de incendio que cada vez daban claras luces de ser intencionales. El anciano continuó. - Pero claro está que también pueden ser las madereras... dicen que ahora que salió ese gringo de presidente que está sacando a los latinos han pasado cosas malas... al menos eso escuche en las noticias... Creo que ya no van a comprar las maderas a Chile, yo no sé de eso, pero de que es verdad parece que es verdad...

Chile en llamasWhere stories live. Discover now