Fama y tentaciones

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Intercambiaron miradas de complicidad. La idea les parecía excelente. Momentos antes habían hablado sobre acabar con la vida de Gonzalo, sobre cómo lo asesinarían, un balazo era lo más rápido y limpio, sin torturas, sin mutilaciones, un dedo sobre el gatillo y todo estaría hecho. Nunca supieron, ni se preguntaron por qué esa idea pareció disiparse entre sus pensamientos.

-Tenerlo de nuestro lado puede ser sumamente beneficioso- dijo el hombre que días atrás se había reunido con Michell.

Su nombre no importaba, nadie lo sabía, ni siquiera Michell, quien era su superior conocía en realidad su verdadera identidad. Lo único que se sabía de él era que había estado involucrado en algunos de los actos delictuales más cruentos ocurrido durante el retorno a la democracia en Chile; muerte de testigos claves, desaparecer información, documentos y otros. Incluso había sido el responsable de sacar computadores de la misma Moneda en los que se encontraban registros de los negocios irregulares realizados por algunos de los parientes de altas autoridades de gobierno. La gran mayoría involucrados en el Caso Penta y el Caso Dávalos. No importaba el partido o color político, siempre recurrían a él, en especial cuando eran casos de extrema urgencia. Lo que sus clientes no sabían era que guardaba toda la información, cada dato, cifra, firma y correo, todo estaba oculto, listo para ser usado cuando fuera necesario. Como siempre estaba vestido con camisa de buena marca, unos jeans y zapatos de cuero. Su habitual estilo lo hacía pasar como un hombre de buena situación, pero informal. Nadie que lo viera sospecharía que él era quien estaba detrás de la organización de los incendios que las últimas semanas devastaban el sur de Chile acabando con la vida de miles de animales y los esfuerzos de otros miles de familias, así como consumiendo cientos de hogares.

-Debemos torturarlo un poco más- dijo el hombre de la cicatriz. Si bien el otro era su jefe, sus deseos de ver sufrir a Gonzalo superaban el cuidado que debía tener al hablar con alguien tan peligroso.

-No escuchaste lo que dije, es mejor tenerlo de nuestro lado, puede sernos útil.

Hasta ese momento Marcelo no había dicho palabra alguna, aún no entendía qué era lo que debía hacer en ese lugar.

-Supongo que ganar un aliado será mejor que asesinarlo, todo hombre tiene su precio y es cosa de darle lo que siempre ha querido- indicó el diputado. La verdad era que no deseaba volver a presenciar un asesinato.

-Comienza a hablar con uno de nosotros - dijo el hombre de los jeans-. Parece que Michell hablo con usted y le dejo las cosas claras.

El diputado asintió. Comenzaba a entender que todo lo que antes creyó no era más que una ilusión. Nunca tuvo poder, solo era un peón que servía a una organización sin rostro, sin nombre, pero que poseía un poder tremendo, uno que aún no lograba dimensionar.

- ¿Entonces qué propone? - preguntó el de la cicatriz.

-Deberíamos hacerle una oferta tentadora, algo que no pueda rechazar- respondió el diputado.

-Me parece - indicó el hombre de los jeans y camisa -. Si no acepta lo acabamos como con la joven - miró a Mauricio -. Usted podría disparar, parece que tiene talento para eso- una cuota de sutil ironía se dibujó en su rostro.

-Voy primero- agregó el hombre de la cicatriz.

-Deja que lo haga nuestro nuevo integrante, él tiene más talento para las relaciones políticas.

Colocó la mano sobre su hombro y dio un ligero empujón para que entrara a la vez que había giraba la manilla de la puerta. Dio un paso hacia dentro más por reflejo que por decisión. Ante sus ojos se encontraba un hombre de unos treinta años con el rosto moreteado y deshidratado.

Chile en llamasWhere stories live. Discover now