Capítulo Dos

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La sonrisa de diversión que había llevado Saúl en el rostro todo el día se había esfumado desde que llegó a casa y decidió darse un baño. En el momento en que había pasado el jabón por sus brazos y no sintió entre su mano el dije que siempre cargaba en la muñeca su corazón se había saltado un latido y su boca se había quedado seca al instante. Trató de tranquilizarse imaginando que quizás estaba sobre su cama pero era imposible, desde que Kyara le había regalado la joya jamás se la había quitado, ni siquiera cuando decidió regalar todo lo que le traía recuerdos de ella y de Kevin; en la actualidad, aquel brazalete era lo único que tenia de ella y lo único en el mundo que por el momento no quería perder.

Calmando los latidos de su joven corazón, decidió terminar de ducharse y luego de envolverse en una toalla empezó a palpar toda la superficie de su cama esperando encontrar el brazalete, a punto de perder la paciencia palpó la mesilla de noche obteniendo el mismo resultado que cuando buscó en la cama: nada. Sin perder la calma pero con las manos tiritando se vistió y con ayuda de su bastón salió de la habitación hasta llegar hasta la sala.

El gran silencio que había en la casa significaba que su padrastro, Dean, y su hermano David estaban en la constructora de su padrastro y que Sarah se encontraba quizás con alguna de sus amigas; pero el sonido bajo del televisor le revelaba que su madre se encontraba en la casa quizás tejiendo gorros de lana como cada tarde de los sábados, lentamente tomó asiento en uno de los muebles sin miedo a golpearse cualquier parte del cuerpo, luego de veintidós años viviendo en la misma casa y con el mismo orden de decoración era obvio que casi nunca chocaba, a menos que Sarah dejará cosas en el piso.

-Mamá -llamó, Aleksandra levantó la vista del gorro que tejía para ponerle toda su atención al llamado de su hijo que había tomado asiento frente suyo sin que siquiera se diera cuenta, para tener esa pequeña discapacidad era muy silencioso pensó.

Aleksandra respondió a su hijo con un ¿Umm? le sorprendió cuando su hijo levantó su brazo derecho para mostrarle su muñeca, su expresión de sorpresa cambió rápidamente por una de alegría cuando notó que la muñeca de su hijo se encontraba desnuda-. Estoy muy orgullosa de ti, bebé... ya era hora de que te hayas desprendido de ese brazalete que no te dejaba continuar... -La expresión de enojo en el rostro de su hijo la hizo callar.

- ¿Me la tiraste? -pregunto furioso, Aleksandra dejó caer los hombros y con un suspiro dejó de lado los materiales que estaba utilizando para tejer el gorro.

-Por supuesto que no, sabes perfectamente que no me meto con tus cosas -respondió siendo testigo del sufrimiento por el que pasaba su hijo al perder ese brazalete.

-Quiero mi brazalete -susurró como un niño pequeño a nadie en particular, como el chico tosco y prepotente que era se levantó del sofá y no dejó que su madre continuara buscando soluciones para encontrar el brazalete, Aleksandra no se sorprendió cuando vio cómo su hijo se marchaba y la ignoraba como siempre hacia cuando estaba a punto de estallar.

Saúl se detuvo en medio de la sala y poniendo la cabeza de lado se preguntó ¿Dónde demonios esta mi brazalete?

*****

Kala observaba el brazalete que mantenía en su muñeca mientras analizaba si era buena idea llevar algo que no era suyo en su articulación, el día anterior había viajado a la biblioteca para ver si podía entregarle el brazalete al tal Saúl, pero descubrió que se encontraba cerrada y decidió volver a casa.

Esa mañana de lunes como toda una entrometida se había colocado el brazalete en la muñeca y sonreído al notar que le quedaba muy bien, un poco grande para su fina muñeca pero eso solo eran errores técnicos. Decidió que esa misma tarde luego de salir de la universidad pasaría por la biblioteca para entregarle el brazalete al chico pero si no lo volvía a encontrar tomaría el brazalete bajo su cuidado y no volvería a esa biblioteca, no podía mirarle la cara a aquel chico luego de haberlo juzgado tan duramente.
Salió de sus pensamientos cuando el maestro de cálculo hizo su aparición quince minutos tarde, Kala sacó todos los materiales que iba a utilizar y puso mucho atención a una de las asignaturas que más trabajo le daba para estudiar.

Aunque no pueda VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora