Capítulo Veintisiete

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Llevaba un mes en Estados Unidos, no sabía nada de los Ivanov y tampoco tenía ganas de enterarse sobre lo que les ocurría, luego de eliminar todos los mensajes que Dean y David habían dejado en su teléfono, decidió cambiar el número de teléfono y hacer como si nada hubiese pasado. Quería mucho a Saúl pero ya era hora de que empezara a olvidarlo, no sería fácil pero nada es imposible.

Durante todo ese mes se mantuvo sujeta a su relación con Saúl llegando a la conclusión de que fue un poco tóxica. Saúl solo le hacía daño y ella se mantenía cada día allí con el único fin de ayudarlo a sanar, al final las cosas no resultaron y era estúpido pensar en todas las veces que David le recordó que al salir con Saúl éste la lastimaría. No sé arrepentida de querer a Saúl, pero se arrepentía de no haberse dado más amor propio.

En casa las cosas iban genial, sus tíos se mantenían ocupados en el trabajo, Rayden en la escuela y de Aiden no tenía idea, durante ese mes había ido a casa dos veces y en ambas ocasiones ella estaba dormida, con su abuela las cosas eran diferentes. La abuela tenía un firme propósito de buscarle pareja a Kala, la castaña le había pedido muchísimas veces que dejara de hacerlo pero se enteró de que su abuela era un hueso duro de roer, al final le presentó a todos los chicos de la manzana. A todos Kala ignoró, a excepción de José, un pelirrojo cubierto de pecas que vivía cruzando la calle, todas las mañana José visitaba a su abuela y llevaba varias tazas de café, las ayudaba con el jardín y con algunos trabajos pesados. A final de mes ambos se habían convertido en buenos amigos y ni hablar de la insistencia de su abuela en que ambos fueran más que eso.

A veces tiraba ciertas puyas que hacían que el pelirrojo se sonrojase, Kala las ignoraba y solo pedía disculpas, a pesar de haberle dejado en claro que no tendría nada con José, su abuela seguía tratando de unirlos. Pero cuando ambos se encontraron solos en el jardín y éste intentó besarla las cosas quedaron claras, la morena le explicó que no estaba lista para una relación y que solo quería ser su amiga, este había aceptado y su abuela se dio por vencida.

Ahora se encontraban en la sala, José se mantenía viendo la televisión y Kala solo tomaba de su coca cola y miraba el techo con atención, estaban súper aburridos y ese día el calor era insoportable. José la había invitado para ir a la playa pero Kala, como siempre, rechazó la oferta. Se suponía que había ido a Estados Unidos a despejar su cabeza pero en vez de ello se había mantenido encerrada en la casa solo leyendo y ayudando en los quehaceres del hogar.

—Kala, venid un momento —Se levantó del sofá y caminó hasta la cocina donde su abuela acababa de colgar el teléfono, la miró y le brindó una sonrisa causando que su rostro se arrugara mucho más.

— ¿Qué pasa?

— ¿Recuerdas a Machine?

—Eh, no —admitió abriendo la nevera y tomando una botella de agua.

—Es una prima lejana, estuvo aquí el día en que llegaste —Kala miró a su abuela confundida, aún no tenía idea de a quién se refería—. Ya sabes, la que se parece a ti.

—Ah, ya —susurró recordando que aquella noche todos mencionaron el parecido entre Kala y la tal Machine, y no se equivocaban, eran bastante parecidas a excepción de que Machine era mucho más alta y de una figura delgada.

—Bueno, se casará en una semana, le pedí que te incluyera en su boda y aceptó para que seas su dama de honor, es genial —Kala bufó y arrugó la nariz.

— ¿Por qué hiciste eso, Abu?

—No me pongas esa cara, Kala Elizabeth... te la pasas todo el día recluida o leyendo cualquier cosa, es momento de que salgas un rato —Kala arrugó los labios, no tenía ganas de salir.

Aunque no pueda VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora