Capitulo Diez

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— ¡Auch! —chilló Kala al sentir el ardor en su oreja. Dayden rodó los ojos y le dio un golpecito en la cabeza.

—Estate tranquila, Kala —dijo su prima soltando el mechón de cabello ya rizado y yendo a por otro.

—Me acabas de quemar la oreja, eso duele —se quejó la castaña viendo el rostro angelical de su prima a través del espejo, Dayden se encogió de hombros y siguió trabajando en su proceso.

—La belleza cuesta —susurró Dayden.

— ¿Por qué te arreglas tanto para un chico que ni te verá? —preguntó de manera inocente Rayden, quien observaba a ambas chicas discutir desde la cama de Kala. Dayden arrugó la nariz confundida.

— ¿Es ciego? —preguntó Dayden volviendo a quemar por accidente la oreja de Kala.

—Si —afirmó Aiden entrando a la habitación y tirándose en la cama de la castaña.

— ¿Ahora toda la familia estará en mi habitación? —preguntó molesta Kala quitándole la rizadora a Dayden y arreglando sus rizos por su propia cuenta, ya estaba cansada de aguantar quemaduras y jalones de cabello.

— ¿Por qué no mencionaste que saldrías con un chico ciego? —preguntó Dayden tomando asiento junto a sus hermanos y viendo como la castaña se arreglaba.

— ¿Hay alguna diferencia? —preguntó Kala levantando ambas cejas y mirando fijamente a su única prima. Dayden se encogió de hombros.

— ¿Por qué salir con un chico con discapacidades cuando puedes estar con cualquier otro? —interrogó su prima—. Ya sabes... que sea normal.

—Tener una discapacidad no lo hace anormal, Dayden —susurró Kala dándole la espalda a sus primos y observándolos por el espejo—. Respetaré tu opinión porque como seres humanos cada uno piensa diferente, pero espero que en el futuro cambies esa percepción... ya sabes lo que dicen, no escupas hacia arriba.

Por un momento todos estuvieron en silencio, Dayden quería disculparse, el comentario que había hecho estuvo fuera de lugar, pero prefirió guardar silencio y acariciar el cabello negro de Aiden.

—Te vi pasearte ayer con una linda morena en tu moto —anunció Dayden cambiando de tema y dándole un golpecito en la mejilla a su hermano mayor.

—Ya sabes, no solo las chicas de Florida pueden disfrutar de este cuerpo —respondió Aiden levantando su camiseta y mostrando su abdomen marcado. Ambas chicas rodaron los ojos.

—Eres un puto, Aiden —susurró Dayden con una sonrisa en el rostro.

— ¿De qué hablan? —preguntó Rayden llamando la atención de todos en la habitación, se habían olvidado del más pequeño de los Stuart.

—De nada, cariño —respondió Kala apagando la rizadora y dándose la vuelta—. ¿Qué tal? —preguntó extendiendo los brazos y dando una vuelta para que todos la vieran.

—Estas muy guapa prima —reconoció Rayden parándose de la cama y abrazándose a Kala. La castaña miró a Aiden esperando su respuesta, quien sonrió y le guiñó un ojo.

—Estas muy bella, lástima que...

—Ni lo digas —Kala le arrojó un envase de crema el cual el moreno interceptó antes de que lo golpeara en la cara. Era cierto que había tardado todo el día buscando una pieza perfecta para su cita que al final nunca vería, pero no le importaba, le gustaba sentirse sexy y eso era lo importante.

—Fue en broma, primita —susurró Aiden poniéndose de pie y dándole un beso en la mejilla a Kala, luego de varios segundos le extendió un labial carmesí—. Éste te quedará perfecto.

Aunque no pueda VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora