Capitulo Ocho

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—Tomando una ducha —alegó Aiden extendiendo los brazos y mostrando con orgullo su desnudez, de la cual no tenía que sentir timidez, tenía un cuerpo fuerte, tonificado y bronceado por pasar sus días en las playas de Florida, un cuerpo cubierto de tatuajes, y ni hablar de su virilidad la cual mostraba con gran altanería. Kala apartó la vista y se dio la vuelta para darle intimidad a Aiden —aunque al susodicho no le importaba— Kala nunca había tenido un hombre desnudo frente suyo pero como adolescente curiosa había visto pornografía varias veces y tocado el pene de alguno de sus compañeros por encima del pantalón pero nunca había pasado de ahí.

— y ¿por qué en mi habitación? —preguntó caminando hasta su cama y tomando asiento en una esquina, siempre dándole la espalda a Aiden.

—Al parecer tu baño y el de tía Agnes son los únicos con agua caliente —dijo Aiden colocándose una toalla en las caderas y recogiendo el desorden que formó.

— ¿Entraste a la habitación de Agnes? ¿Cómo diablos? —curioseó Kala sorprendida mirando a Aiden.

—Una cerradura no detiene mi camino al éxito, prima —Con una sonrisa en los labios Aiden le lanzó un beso a la castaña y salió de su cuarto con pasos lentos y felinos dándole una buena vista de su trasero solo cubierto con una fina toalla blanca, así era Aiden.

Kala lo siguió con el ceño fruncido y lo vio entrar a la habitación que se encontraba al lado de la suya. La casa de su tía Agnes era bastante grande, acogedora pero grande, y había un total de seis habitaciones, tres de ellas ocupadas por su tía, por Kala y una decorada para los gatitos que Agnes se había encontrado y con los cuales se había encariñado.

No le importaba que hubiese tantas habitaciones, lo que si se preguntaba era que hacía su primo Aiden en Inglaterra en vez de Florida con sus padres y sus hermanos.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó confundida deteniéndose en el marco de la puerta y admirando el desorden de ropa que había en la habitación, al parecer había llegado esa mañana y en vez de organizar la habitación solo había lanzado las maletas a su suerte.

—Vengo de visita, ya sabes... a relajarme un poco —dijo encogiéndose de hombros mientras buscaba ropa en una de sus maletas.

— ¿Más de lo que te relajas en Florida? —inquirió Kala cruzando los brazos en su pecho. Aiden se carcajeó para luego darle la espalda a la castaña y colocarse sus boxers. Desde esa posición Kala podía vislumbrar las dos alas envueltas en alambres de púas tatuadas en su espalda, eran hermosas.

—Digamos que me canse de las chicas americanas y vine por un par de británicas —anunció colocándose unos vaqueros negros.

— ¿Cuándo te iras? —preguntó apoyando su hombro del marco de la puerta y mordiendo el interior de su mejilla.

— ¿Qué pasa prima? Pareces que no quieres tenerme aquí.

—No es eso, si me gusta tenerte aquí... te extrañaba mucho tonto —No mentía, cuando estaba con Aiden se sentía muy bien y reía hasta más no poder, amaba a sus primos, a todos, solo no quería tener a más gente en la casa, al igual que quería dejar atrás a Estados Unidos.

—Te creeré... por ahora —señaló burlesco tirando de su cabello negro hacia atrás—. Me iré en dos meses, descuida.

—Ya ¿dónde dejaste a Dayden y Rayden? —preguntó Kala pero antes de que su primo pudiera responder, la puerta se abrió y varias personas entraron con un gran bullicio.

—Ahí están —respondió Aiden con una sonrisa. Kala rodó los ojos y bajó las escaleras para encontrarse nada más y nada menos que con sus otros dos primos.

Aunque no pueda VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora