4. REVISIÓN

4.1K 457 235
                                    


Al despertar, Wade Wilson tanteó el lado contrario del colchón. Su mano no halló nada más que las sábanas deshechas.

Se levantó entonces, desperezándose, y salió al comedor.
Allí vio a Peter, que se había vuelto a vestir con su traje de Spider-Man salvo la máscara, y sostenía una fregona que presionaba y deslizaba por el suelo barrido.

La imagen, ya de por sí inverosímil, lo era aún más debido a que su amigo estaba utilizando sus poderes arácnidos para caminar sobre la pared y, así, no ensuciar el suelo que limpiaba.

—¡Quieto!—le indicó a Wade al adivinar sus intenciones de avanzar—. Estoy acabando.
—¿Qué haces limpiando?

Peter sostuvo el palo de la fregona en posición vertical mientras colocaba la otra mano en la cintura.

—Tu casa apesta, con todos mis respetos, o más bien apestaba. Alguien tenía que poner orden en la ciénaga, y no ibas a ser tú.
—Dios. Hablas como una madre.
—Quizás lo sea un poco contigo.
—Mm...—Wade meditó por unos segundos—. Eso explicaría por qué no quieres que nos acostemos.

Peter sonrió, y terminó de fregar los tres azulejos secos que quedaban.

—Vuelve a tu habitación y haz la cama mientras se seca el suelo. Yo me tengo que ir antes de que tía May se asuste si le da por llamar a la puerta de mi habitación y no respondo.
—Suerte con eso—le deseó—. Nos vamos viendo y... Mocoso—Lo llamó mientras Peter caminaba por la pared para dejar la escoba en una esquina y recuperar su máscara de la encimera—. Gracias por limpiar.
—Gracias a ti por acogerme ayer.

Llegó a casa, se quitó el traje y se puso el pijama

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llegó a casa, se quitó el traje y se puso el pijama. Esta vez, eligió uno más normal y no el kirugumi de la última vez.
Si tenía que verse las caras con Stark, que fuera salvaguardando su dignidad.

Al salir, el olor dulce a tortitas recién hechas penetró en sus fosas nasales.
Amaba los desayunos de los findes de tía May.
Sabía que iba a tener que compartirlos con Tony, y no sabía qué le producía más celos: si el hecho de que el hombre degustara el delicado y dulce sabor de unas tortitas que antaño se hacían por y para sí mismo, o precisamente que tía May las hubiera preparado pensando esta vez en Tony.

Ensayó, en silencio, las mejores muecas agradables que podían representar los músculos faciales, y entonces salió de la habitación.

May terminaba de servir una enorme montaña de tortitas y las dejaba en el centro de la mesa, con una jarra de zumo de naranja recién exprimido y tan sólo dos platos vacíos sobre la mesa.

—Buenos días, dormilón—le dijo, sonriente, al descubrirle—. Ya creí que no te levantarías.
—Hola, May—saludó, acercándose a la mesa—. Lo siento. Esta semana ha sido agotadora y necesitaba dormir.
—Pues ahora a coger fuerzas—Señaló la montaña de tortitas con una mano mientras dejaba el bote de sirope de chocolate en la mesa con la otra—. Recuerda que vamos al cine.

El novio de tía May (Starker) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora