16. I DON'T WANNA GO

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Iron-Man se encontraba dentro de la nave, caminando mientras observaba las complejas instalaciones y con su cabeza al descubierto fuera del traje.

Notó que algo se movía a su espalda y se giró ipso facto, apuntando con las palmas de las manos abiertas a su objetivo.

Las bajó al ver que se trataba de la capa del doctor Strange.

—Ah. Eres tú—le dijo—. Eres una indumentaria muy leal.
—Y hablando de lealtad...—añadió otra voz.

Volvió a girarse para ver a Peter, que colgaba del techo y descendía lentamente gracias a su telaraña.

—¡¿QUÉ DIABLOS...?!—maldijo mientras el chico aterrizaba en el suelo y se acercaba a él, liberando su cabeza del traje y mostrando las palmas en señal de calma.
—Sé que dirá...
—¡No deberías estar aquí!
—Pensaba irme, pero...
—No quiero oír excusas.
—Era un largo trecho hasta la ciudad, y pensé que usted...
—Me vas a hacer oírlas...
—...estaría atascado a un lado de la nave, y este traje es muy intuitivo y...
—¡MALDICIÓN!—se quejó, al ver que Peter no tenía intención de callarse.
—...en todo caso—continuaba el chico, casi sin escucharle—, es su culpa que yo esté aquí.

Tony le miró con el ceño fruncido, asustándole.

—¿Qué has dicho?
—¡Lo retiro!

Cuando Stark le miraba así, Peter podía notar que se le congelaba hasta el alma. Le asustaba, pero también le excitaba en cierta manera, pues no difería mucho de las intensas miradas que su mentor le había procurado meses atrás.

—Ahora estoy en el espacio—le indicó el castaño, intentando suavizar la situación.
—Sí. Justo donde no quería que estuvieras.
—Pero...

Se miraron tan cerca que la capa de Strange pensó (si es que las capas podían pensar) que merecían un poco de intimidad, por lo que se alejó de allí para dejarles a solas.

—Peter—le dijo Tony, muy seriamente—. Esto no es Coney Island ni una excursión. Es un pasaje de ida, ¿me oyes?

El muchacho retiró la mirada.

—No me digas que no lo analizaste, Peter.
—Lo hice.
—No. No lo hiciste—le reprendió.
—Claro que sí—insistió, volviendo a mirarle—. Señor Stark, vi cómo usted se iba en esta nave a enfrentarse a Dios sabe qué clase de peligros, y no podía simplemente volver a casa.
—Podías y debiste hacerlo, como le pedí a Friday cuando se te abrió el paracaídas. Tenía que mantenerte a salvo.
—No quería perderle—le confesó.

Quedaron en silencio. Sus respiraciones, tras la preocupada conversación, parecían duplicar su volumen y escucharse por toda la estancia.

—Han pasado meses desde aquello, Peter.
—Y debían pasar más. Debían pasar todos los meses que la vida me diera. No veía correcto estar con usted pero... al verle en peligro...—Tomó aire y lo expulsó con fuerza, tragando saliva—. Señor Stark, no quiero...
—No sigas hablando o...
—No quiero perderle—repitió.

Tony se deshizo de su gesto autoritario, enmudeciendo, y alargó la mano de hierro para acariciarle la mejilla.

—Ni yo a ti. Demonios, Peter, fui un idiota contigo y un capullo con May. Lo mejor que puede pasar ahora mismo es que no regrese a la Tierra, pero no quiero que tú corras la misma suerte.
—May es feliz ahora—le aseguró—. Y yo... no tenía claro si debía volver a hablar con usted, pero en estos momentos...
—Peter...

El chico puso su mano, también enfundada en su traje de hierro, contra la que sostenía su mejilla.

—Sólo quería demostrarle que puedo con esto y con todo. Y que me meteré en mil y un líos y en viajes sólo de ida con tal de evitar que usted muera.

El novio de tía May (Starker) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora