Abrí, vagamente, mis ojos.
Me encontraba en mi cuarto, recostada en mi cama. Después de varios segundos mirando a mi alrededor, pensé en la idea de que fue solamente un sueño, pero luego vino la incógnita en mi mente; si me encontraba en mi sofá, entonces ¿Cómo llegue hasta mi cama?
Un sonido proveniente de la perrilla, de mi dormitorio, me sacó de mis intentos de recordar algo, que pareció no haber pasado. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, de seguro es mi madre. Tal vez, ella vino a darme una sorpresa, porque recuerda mis pequeños problemas con la estadía solitaria. Miré fijamente mi puerta hasta que esta se abrió y unos ojos se adentraron para observar, supongo, si estaba despierta.
Pero aquellos ojos no eran de mi madre, esos ojos color miel eran muy conocidos para mí. Nicolás tenía ese color de ojos, pero dudaba mucho que él haya tenido la idea de visitarme a mi casa y menos ser tan rápido de salvarme de un posible doloroso accidente.Al menos, ese concepto tenía yo de él.
Tardé en reconocerlos, o lo más probable, traté de negarme en reconocer a quién pertenecían. Abrí mis ojos más de lo normal, como platos por así decirlo, al reconocer aquella posibilidad de que fuera aquella persona en la que creía que sería.
Aquella vista se mantenía fijamente en mi rostro. Después de segundos de observarme, aquella persona decidió abrir más la puerta para así dejarse ver por completo.
Efectivamente era él, mi vecino acosador, como le digo yo. Un mar de preguntas llegaron a estar presente en mi mente en tan solo unos escasos segundos, tiempo record diría yo.
¿Qué hace él aquí?
¿Cómo entró a mi casa sin la llave?
¿Le quedaba bien aquel poleron color violeta que se encontraba usando?
Sacudí mi cabeza, en forma de negación, para dejar de ahogarme en mis propios pensamientos y responderme antes yo que al hacérselas a él.
Respuesta uno: Supongo que vendría a saludar...
Respuesta dos: Seguro había dejado yo, la puerta abierta...
Respuesta tres: Gracias mente por traicionarme con aquella pregunta... –Le reproché–
Volví a la realidad, nadie emitía ni una sola palabra. Y como siempre, fui tosca al iniciar la conversación.
¿Cómo entraste? –
–Justin suspiró– Pasaba por tu casa y quise pasar a saludarte –Miró fijamente mis ojos y yo solo asentí– Toqué varias veces el timbre pero no abrías, así que decidí entrar y te vi a ti…como si estuvieras en un estado de shock –Dijo confundido– Te saludé y no me respondías, me preocupaste. Y en cuanto avance hacia ti, te desmayaste de inmediato –Noté que su ceño se fruncía ligeramente mientras me explicaba– No pensé que mi presencia te afectaría tanto. De saber eso, no habría venido. Aun no entiendo como llegué hacia ti en tan escasos segundos, pero lo bueno es que estás sana y salvo.
Eh, de acuerdo –Logré murmurar–
Esa era la excusa más estúpida que había oído jamás. ¿O estaba siendo paranoica?
Es estúpido, ‘’Pasaba por tu casa... ’’ No quería otra excusa, no otra como aquella. Aquella…. E inmediatamente cerré los ojos y sacudí mi cabeza de nuevo.
Al abrirlos, solo encontré aquella mirada color miel. Suspiré y suspiré de nuevo, esta vez más fuerte. Mi respiración se entrecortaba, de pronto me faltaba más aire. El causante de estos síntomas era aquella persona que se encontraba delante de mío, mirándome fijamente.
Como un depredador que acecha a su presa.
Atento.
Atento a cualquier movimiento que aquella haga.
Por mi espalda y brazos recorrió un escalofrió, diferente. De pronto, sentí que tal vez pudiese estar nerviosa ante aquella presencia tan fuerte.
O tal vez, asustada.
Toda aquella escena, de pronto, se volvió lenta. Vi como lentamente, se acercaba hacia mí. Se sentaba a mi lado e inmediatamente me sostenía la mano. Su suspiro fuerte, logró lo que yo no puedo hacer, volverme a la realidad.
Cualquiera, lo daría todo, por estar aquí... –Dijo negando con la cabeza pero manteniendo una sonrisa–
¿A qué te refieres? –
No, olvídalo. No he dicho nada –
Capté ésta escena en mi mente. Por primera vez, sentí la necesidad de parar el tiempo. Que esto durara para siempre. La luz del atardecer entrando por mi ventanal, iluminando el rostro de aquel chico perfecto delante de mío, sosteniendo mi mano y con esa sonrisa traviesa y apenada al mismo tiempo.
Desgraciadamente, mi inteligencia apareció ante todo. Fue como una mini-yo con un letrero en la frente que decía ‘'inteligencia aquí''
Las palabras de Justin, giraban en su entorno, formando un espiral sin final.
''Cualquiera, lo daría todo, por estar aquí...''
Aparte mi mano, bruscamente. Fruncí mi ceño y sentí un dolor extraño en mi interior, junto con un escalofrío.
Tan familiar, como aquella tarde de la muerte de mi padre, cuando salió a cazar.
Un mal presentimiento.
Tuve miedo.
Los escalofríos, se dieron de repente.
Él lo notó.
Lo supuse, ya que se levantó y se retiró de mi habitación.
Seguro incómodo, también.
Y la lógica, del mismo estilo que tenía la inteligencia, se presentó con una pronunciación aleatoria en sus labios ''tienes a un extraño en tu casa''
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''A thousand years''
VampirosTodo empezó con aquella ventana... Un simple incidente... Al menos eso pensé, pero no tenía idea de lo que empezaría con aquella situación de aquella madrugada. No era normal, ni él, ni ellos, ni yo.