🐾Capítulo 23

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Yoongi sabía que para un omega cualquiera, armar un nido era extremadamente importante y personal para ellos.

Al ser ellos los únicos que tenían aquella característica, el alfa no sabía a ciencia cierta cómo crear uno y nunca había podido apreciar uno ya que los omegas podían llegar a ser recelosos respecto a su apreciado espacio.

Así que yendo con sus instintos, confió que su respuesta era esencialmente la palabra que lo definía.

Pensó en todo lo que le gustaba a su conejito y comenzó su tarea de reunirlos. Decidió hacer el nido sobre su cama, ya que en esta estaba el aroma de ambos. Ahí, agregó las prendas favoritas de su pareja, tanto las de él como las propias suyas y la infaltable manta celeste pastel.

Yoongi admitiría para sí mismo que él realmente soltó un exagerado suspiro de alivio cuando al estar en el improvisado nido junto a su pareja, Jimin dejó de temblar y se acurruco contra el cuerpo de su alfa, acunando su brazo lastimado contra su pecho.

Incluso ahora, después de dos horas que el médico había logrado revisar la herida del menor, seguían en la misma posición.

Y aunque tanto Jungkook como el médico habían advertido que lo mejor para el omega era cambiar para sanar, Jimin se había vuelto a negar y al ver que esto estaba alterando a su conejito otra vez, después de su arduo esfuerzo, Min decidió no obligar a su pareja por ahora.

Al menos la herida ya había sido tratada para su tranquilidad y la hemorragia detenida totalmente.

—Shh, conejito... Estoy aquí —susurró cuando entre sueños, su pareja se agitó.

Jimin no despertó ese día y mientras vagaba en la inconsciencia y sueños, su alfa se aseguró de velar por él, calmándolo con dulces palabras y tiernas caricias cada vez que una pesadilla lo atormentaba.

Al día siguiente cuando el pequeño rubio despertó, se asustó de hacerlo solo.

—¿Yoongi? —gimoteo ahuecando su brazo herido contra su pecho.

En segundos el gran alfa apareció en la puerta y luego estuvo a su lado, dentro del improvisado nido rodeándolo con sus brazos.

Brindándole la ansiada sensación de protección que tanto necesitaba el shifter conejito.

—Estoy aquí, bebé—murmuró con sus labios sobre la sien del omega.

—Un lobo... —jadeó recordando todo—. Está... Hay... Un l-obo...

—Está bien, Jungkook se encargó de él, está muerto —aseguró.

El pequeño rubio observó a su alrededor y parpadeo lentamente, como si recién fuese consciente de dónde estaba.

—Estás en casa, en tu nido, nuestro nido —siguió murmurando Yoongi, enviándole olas de tranquilidad con su tono y cuerpo.

El conejito contempló la cama, descubriendo que en verdad tenía un nido, a pesar de que no recordaba haber hecho alguno.

La seguridad y consuelo que le golpeó por el simple hecho de estar en uno junto a su pareja fue algo abrumador y ensordecedor, pero definitivamente ayudó en su terror.

Suspirando Jimin se giró y enterró su rostro en el cuello de su pareja, inhalando profundamente su aroma.

Si ignoraba el dolor en su antebrazo, estaba considerablemente mejor. Claro, sin contar la pesadilla vivida el día anterior, por supuesto.

—Jimin, debes de cambiar para que tu herida sane más rápido —le recordó Yoongi con suavidad.

Un escalofrío recorrió su pequeño cuerpo de solo recordar a ese gran lobo.

Cálido InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora