🐾Capítulo 35

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En el momento en que Yoongi despertó, ciertamente no pensaba que habría un ligero peso sobre él, específicamente un desnudo cuerpo sobre el suyo, o incluso unos dulces labios rechonchos sobre su rostro repartiendo tiernos besos ruidosos.

—¿Bebé? —preguntó con una sonrisa perezosa.

Abriendo lentamente sus ojos, parpadeó unas cuantas veces antes de poder enfocar bien en unas hermosas perlas negras que le contemplaban llenas de alegría y amor.

—Te amo —pronunció el conejito sin dejar de besar cada parte del rostro del alfa.

—Yo también te amo conejito —respondió Yoongi finalmente capturando los labios de su pareja en un beso, como siempre, increíble.

Terminando el beso, Jimin sonrió y se alejó lo suficiente como para restregar tiernamente su nariz con la de su pareja.

—Lo siento —susurro de la nada, confundiendo al dragón.

—¿Por qué, bebé? —pregunto juntando ligeramente sus cejas, sin entender la disculpa repentina de su omega.

—Es que... Yo te prometí que no cambiaría a mi conejito y aun así lo hice —explicó chupando su labio inferior con expresión culpable.

—Jimin, conejito... ¿Sabes lo que sucedió realmente ese día en la cabaña del médico? —preguntó con cuidado, algo le decía que su pareja realmente no sabía nada respecto a la nieta de Chul y sus intenciones.

—Bueno, yo cambié y me fui y luego me encontraste —resumió en pocas palabras ya que en su mente no había muchos recuerdos de ello, solo de cuando su dragón le encontró y le salvó junto a sus bebés.

Yoongi suspiró al entender que tenía razón, su conejito no sabía nada. Había asumido que su pareja había escuchado cuando hablaban de Irene y sus intenciones pero al parecer, Jimin no había prestado más atención que en sus hijos.

Se regañó a sí mismo por no haberle explicado nada a su pareja y haber permitido que este se sintiera culpable por romper su promesa durante todo ese tiempo, porque lo más seguro era que Jimin se hubiera sentido así.

Sin ningún problema, el shifter dragón manejo el cuerpo pequeño de su pareja hasta que él estuvo sentado recargando su espalda en el respaldar de la cama, con su omega sentado a horcajadas sobre su regazo con las mantas rodeándolos.

—Bebé, puedes decirme exactamente lo que recuerdas de ese día —pidió dándole una rápida miradita a su costado derecho, donde estaba el nido con sus hijos durmientes.

Jimin asintió con su cabeza algo dudoso, moviendo sus orejitas peludas ante el movimiento.

—Ugh... Mi abdomen dolía mucho y yo quería cambiar —comenzó esforzándose en recordar—. En algún momento desperté en la cabaña del médico y solo sabía que te quería a mi lado, tenía mucho miedo.

—Siento no haber estado contigo —interrumpió el alfa con una mueca culpable.

—No, está bien. Fui yo quien te pidió que fueras al final —le recordó.

—Aun así... —se vio interrumpido cuando un regordete dedo fue colocado sobre sus labios, callándolo.

—Ya dije que no —advirtió entrecerrando sus hermosos ojos.

Sin poder evitarlo, el mayor sonrió y mordió el dedo sobre sus labios, consiguiendo una alegre carcajada por parte de su pareja.

—De acuerdo, entiendo —asintió dejando libre el dedo.

—Muy bien. Luego yo no recuerdo mucho, solo que sentí una cosa rara y cuando volví a recuperar la consciencia, estaba afuera haciendo un hoyo en la nieve y me asusté mucho ya que estaba solo y no sabia que hacer, por lo que dejé que mis instintos me guiaran para tener a mis bebés y luego cuando mis energías se iban... Nos encontraste —terminó y le observó.

Cálido InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora