🐾Capítulo 24

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Yoongi se aseguró de que su pareja siguiera dormida antes de levantarse de su cálida cama y entrar al baño.

Cuando salió, se detuvo bajo el marco de la puerta.

—¿Jimin? —pronuncio el alfa entrando en la habitación, confundido de no ver a su pequeña pareja acurrucado en su apreciado nido.

Había estado muy seguro de haber dejado a su omega durmiendo profundamente en la cama antes de ir al baño por una refrescante ducha que, lamentablemente, tuvo que tomar sin la compañía de su adorable pareja.

Confundido salió de la habitación recorriendo la sala de estar y la cocina. Al no encontrar señal de su pareja, volvió a su habitación.

—¿Conejito? —llamó nuevamente, observando a su alrededor esta vez, más detalladamente.

Si no lo encontraba pronto, iba a desarmar la casa entera en su no asumida desesperación.

Una pequeña pelusa blanca bajo la cama y cerca de la orilla llamó su atención. Juntando sus cejas estrelló sus rodillas en el suelo y se inclinó hacia adelante.

Sonrió enternecido al apreciar a Jimin comiendo ansiosamente una zanahoria.

Ahora, eso explicaba la puerta abierta del refrigerador.

—Bebé, ¿por qué estás ahí? —pregunto divertido.

El pequeño conejito estaba con su pancita pegada a la madera, sus patitas traseras estiradas hacia atrás mientras que las delanteras afirmaban con egoísmo lo poco que quedaba de la anaranjada verdura.

El alfa tomó una posición más cómoda y se recostó en el suelo para observarlo a comer, dispuesto a esperar a que su omega terminara de alimentarse antes de sacarlo de ahí abajo.

Una parte de él estaba aliviado de verlo en su otra forma.

Ayer luego de haber vuelto de hablar con los centinelas se había encontrado con Taehyung frente a la chimenea. Jimin había despertado pero no le había permitido entrar en la habitación debido a su nido.

El pequeño rubio le había asegurado a Yoongi que había cambiado cuando había despertado, pero como el alfa había visto igual de fea la herida en aquella hermosa piel, no había confiado mucho en ello pero si su conejito había dicho que sí, entonces le creería.

Pero entonces el problema era que Jimin no se estaba curando como cualquier shifter cuando cambia a su animal, y eso le preocupaba.

Si recordaba bien, con su mano había pasado algo similar semanas atrás.

Observó al conejito dar vuelta y observarlo. Ya había terminado de comer.

Lentamente, el pequeño animal se fue arrastrando con cuidado de no usar mucho su patita derecha delantera.

Frente al rostro de Yoongi, acercó su húmeda nariz con la del alfa en lo que suponía el hombre era un beso.

—Aunque me gusta esto, prefiero tus labios esponjosos, bebé —el conejito se alejó. Yoongi entrecerró sus ojos—. ¿Me acabas de sacar la lengua?

Casi parecía que el líder escuchaba la dulce risa de su pareja en su cabeza.

Sonriendo se volvió a sentar en el suelo. Cuando el conejito blanco salió, Min lo tomó con cuidado y se levantó con él. Sentándose en su cama, lo dejó sobre su regazo cubierto por una toalla que rodeaba su cintura.

Pareció que lo acarició por horas antes de que finalmente el omega cambiara a un humano otra vez, sentado a horcajadas sobre el regazo de Min, dejando libres sus adorables orejas caídas con su esponjosa colita de pompón.

Cálido InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora