Las Traes.
El Kage Bunshin explotó frente a él sin mayores inconvenientes, luego de darle al clon su respuesta empezó a rascarse la nuca. No es que Sasuke fuera un desgraciado, aunque a veces él mismo lo pensaba cuando la gente de la aldea le dirigía miradas de miedo; es solo que no sabía cómo comportarse con los demás. Sobre todo, con las personas con las que no estaba acostumbrado a tratar.
El clon de Hinata le había informado que estarían fuera por alrededor de tres días y que se encargará por si solo de los entrenamientos de los aldeanos y que no olvidara, por supuesto, de contarle a Sakura y a Sai acerca de lo que pasaba.
Para el pelinegro estaba muy claro de que aquella peli rosa de ojos brillantes y ese pálido de sonrisa perturbadora no obtendrían nada de él. No pensaba decirles absolutamente nada, aunque le cortaran ambos brazos; Sasuke no era una persona que diera explicaciones, ese no era su rol; así que definitivamente no se acercaría a esos dos, por su propio pie, para contarles lo que había hecho durante la última semana.
Para eso estaba Hinata o Kiba, cualquiera de ellos podía ir con esos dos y contárselo, pero Sasuke, como había dicho anteriormente, aunque le cortaran ambos brazos y ambas piernas, no se dignaría a tomar el mismo camino que Sakura para hablarle de eso.
Por otra parte, la idea del entrenamiento se le hacia un poco más reconfortante, después de todo no había podido destroz- quería decir, entrenar como quería a esos aldeanos con ese par de ojos mirando cada uno de sus movimientos. No desestimaba su compañía, pero tenía que admitir que lo limitaban constantemente y eso no era agradable.
Había aceptado su rol como sensei y, sin embargo, Kiba le impedía golpear a los aldeanos y Hinata se interponía cuando trataba de enseñarles como cortar —muy gráficamente— la piel de tu oponente. Ellos eran demasiado quejicas y amables a diferencia de él.
Con ese pensamiento en mente, regresó a casa para esperar el día siguiente. Fue una noche muy tranquila para él, pero no para Hinata.
La pobrecilla no pego ojo toda la noche pensando en lo que se encontraría al llegar a la aldea.
—Por favor, que Sasuke-san no los golpee muy fuerte…
.
Las ocho de la mañana llegó con bastante rapidez. Sasuke no era una persona que llegará tarde a los lugares; si había algo que lo que podía jactarse —aparte de su fuerza— era de que solía llegar temprano a todos los sitios a los que iba. Por lo que aparecerse a tiempo frente a aquellos maltrechos aldeanos envueltos en sucios haori no fue ninguna sorpresa.
—¿Sasuke-sensei? —preguntó un ingenuo Naruto mirando detrás de él sin encontrar una cabellera peli azul que lo siguiera o un castaño que les sonriera—¿No vendrán hoy Hinata-sama y Kiba-sensei?
Los demás aldeanos notando la ausencia de estos dos, se dispersaron para ver mejor a su alrededor, efectivamente ninguno de los dos estaba junto al pelinegro. Este estaba tan solo como cuando Naruto soltó una buena cantidad de vomito sobre los futones de los abuelos y estos lo castigaron a mirar al bosque sentado durante tres horas.
Fue bastante aburrido, tuvo que recordar.
—Ellos no vendrán durante algún tiempo —un solo chasquido de dedos de parte del Uchiha fue suficiente para llamar la atención de los quince hombres presentes.
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Tú y yo
AdventureNaruto se perdió. Nació y nadie nunca jamas lo volvió a ver. El mundo ninja siguió su curso como estaba establecido en el destino, sin embargo... un día de esos que Hinata no podía dormir encontró un pozo que la llevaba a un mundo distinto al suyo...