Fue algo instantáneo.
La primera en notar a Naruto fue Kushina.
Ojos redondos azules, mejillas sonrosadas, cabello rubio y… marcas singulares como de zorro sobre las mejillas. Era él. Era su niño, su bebé, el hijo que perdió hacía más de dieciséis años. Al notarlo, su cuerpo reaccionó solo, abalanzándose sobre Naruto, quien aun en estado confuso, no pudo hacer más que recibir su afecto.
El rubio, muy confundido, tuvo menos idea de que hacer luego de escuchar los sollozos adoloridos de la mujer que se aferraba a su pecho con desesperación. En la puerta, Minato seguía de pie, observando la escena. Naruto lo vio desde donde estaba, el hombre tenia una sonrisa aliviada en su rostro y unos ojos llenos de amor. Aunque no había sido tan efusivo como su esposa, él también había extrañado a su hijo y también estaba feliz de volverlo a ver luego de tantos años.
—¡Naruto! ¡Naruto!
Él se sintió especialmente incomodo luego de escuchar a esta mujer que nunca antes había visto, sollozar su nombre. Algo en el tono de voz de la pelirroja le advirtió que había mucho dolor convergiendo en su interior y que lo que estaba haciendo en ese momento era soltar todo aquello que había estado guardando por quien sabe cuánto tiempo.
Minato, notando la confusión de su único hijo, se acercó a él y lo tomó del hombro.
—Naruto, sé que ahora mismo debes estar muy extrañado, y realmente lo comprendemos. Sin embargo, mi esposa lleva mucho tiempo guardando un profundo dolor en su interior, agradecería que por el momento puedas recibirla. No te obligaré a que la aceptes, solo… solamente déjala desahogarse.
Kushina, quien no había detenido su llanto aferrada al regazo de su hijo, no pudo escuchar las palabras de su esposo.
—Te prometo que después de esto, te lo explicaremos todo con detalle, ¿está bien?
Aun en un estado conmocionado, Naruto asintió.
Él no conocía a esas personas, y aunque tenia la ligera sospecha de quienes eran por lo que anteriormente había hablado con la Hokage… aun así era demasiado repentino y efusivo para él. Se sentía acorralado. Pero si había algo de lo que Naruto se caracterizaba era de ser alguien exageradamente empático. Esa mujer estaba sufriendo y Naruto no seria tan desgraciado como para alejarla de sí. Por eso, con mucho cuidado, posó sus manos sobre los temblorosos hombros de aquella mujer.
—Todo estará bien.
No sabía si funcionaría, pero nada costaba intentarlo. Para su buena suerte, la mujer pareció sentirse más relajada bajo su tacto. Era un progreso, por lo menos.
Aunque pasó un buen rato hasta que Kushina hubiera decidido que era suficiente.
Cuando ella pudo calmarse por completo, Minato la hizo sentarse en el asiento donde Naruto había estado todo el tiempo, quedando la mujer en el medio de ambos hombres. No es que no quisiera estar cerca de su hijo, pero por ahora sentía que debía consolar fuertemente a su mujer, quien de cuando en cuando soltaba algún espasmo.
—Naruto —empezó la Hokage viendo, finalmente, como todos estaba sentados correctamente frente a su escritorio—, lo que voy a decirte a continuación es algo estrictamente confidencial. Solo las personas que hay en estas cuatros paredes saben sobre esto e Itachi, absolutamente nadie más que nosotros podrán saber de esto, ¿entendido?
ESTÁS LEYENDO
Tú y yo
PertualanganNaruto se perdió. Nació y nadie nunca jamas lo volvió a ver. El mundo ninja siguió su curso como estaba establecido en el destino, sin embargo... un día de esos que Hinata no podía dormir encontró un pozo que la llevaba a un mundo distinto al suyo...