Cap 6 Búsqueda.

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Búsqueda

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—Ha pasado un tiempo —volvió a sonreír Tsunade—. Minato… Kushina.

Los mencionados asintieron al escuchar sus nombres y se introdujeron más a la estancia. Los largos ventanales detrás del sillón de la Hokage estaban oscureciéndose, mostrando como poco a poco la noche iba haciéndose lugar dentro de la aldea.

—Tomen asiento —nada mas mencionar esto, Itachi desapareció y volvió a reaparecer con dos asientos bajo su brazo. Coloco ambas sillas al frente del escritorio de Tsunade y espero hasta que los invitados se sentaran sobre estos para volver a su posición, a lado de la máxima autoridad de la aldea.

Por supuesto el rubio y la pelirroja no se hicieron de rogar, y se posaron, presurosos, sobre los asientos. Acababan de llegar a la aldea luego de una larga caminata no menor a doce horas; estaban lo suficientemente hambrientos, sedientos y cansados como para rogar por un poco de compasión de cualquiera. Pero por supuesto, ambos tenían una dignidad forjada a fuego arduo sobre la roca mas dura del universo, ellos no se iban a rebajar de esa manera.

Así que el suspiro de alivio que corrió de sus bocas fue tan silencioso y elegante, que Tsunade solo tuvo que sonreír y esperar a que le dieran los detalles de su búsqueda.

—Bueno —comenzó Minato para luego dar una mirada a su esposa y luego a la Hokage—, ¿empezamos o…?

—Por favor, empiecen.

Ambos sonrieron de forma elegante—Los dos últimos años fuera de Konoha estuvimos recorriendo las tierras occidentales.

La rubia frunció el ceño muy ligeramente. Era bien sabido por el mundo Shinobi que el mundo occidental era un estilo de vida completamente distinto al suyo y que, si bien habían decidido desvincularse totalmente de ellos, todavía tenían una estrecha raya de separación que limitaba el traslado de sus habitantes.

En general, se supone que debería estar prohibido que ellos ingresaran a dicha zona. Podía ser tomado como una agresión a sus reglas verbales y podían atacar con el tipo extraño de tecnología con el que se movían. Tsunade no estaba en posición de buscar una guerra en esos momentos, suficiente tenia con esos sujetos de Akatsuki, que, en vez de hacer su trabajo, solo causaban problemas.

A lo mejor, Tsunade debía agregar a Itachi a Akatsuki para menguar la situación tensa que recorría el edificio de esos vagabundos super poderosos. Una mano que ayudase a su propósito venidero que espiara para ella desde dentro, por supuesto que era una buena idea. ¿Cómo no se le había ocurrido antes?

—No son unos niños como para regañarlos por hacer eso —la sonrisa que le brindo la pareja fue poco mas que perturbadora—, contando de que Minato, tu ya fuiste Hokage…

—Me se esas reglas al derecho y al revés —confirmo Minato.

—Entonces…

Las sonrisas se borraron rápidamente cuando tuvieron que dar las conclusiones a su expedición. Como era normal en cada visita que hacían ellos cada dos años, venían con desalentadores ánimos con respecto a su misión autoimpuesta. La pelirroja fue la que negó la cabeza logrando que Tsunade cerrara los ojos y visualizara esos puntitos grises y negros bajo su parpado.

Tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora