Simón comprende que Juan Pablo no es culpable de las penas y tormentas que han pasado él y su familia durante doce largos años, pero aún así sus vidas se unen de una forma que ni la propia razón podría llegar a comprender y todo por un siniestro pro...
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— ¡Simón, baja de ahí en este momento!
Villamil no supo cómo cruzó tan rápido al otro lado del campus universitario, pues cuando su amigo Marcos le notificó de la tontería que iba a hacer Simón, le faltaron millas para correr: Juan Pablo Villamil humilló a Flash en tan solo unos segundos.
Tampoco supo quién demonios le había prestado el megáfono para evitar que el ojiverde perdiera un pulmón. Pero lo que menos supo era qué carajos intentaba hacer Simón Morales arriba de la Torre de Astronomía de su universidad.
El patio se llenó de estudiantes aglomerados en una gran media luna, todos observando lo mismo: Un imbécil a punto de lanzarse desde el punto más alto de la torre.
« ¿Quién es el idiota?»
«¿Por qué Juan Pablo le grita?
«¿Se va a suicidar?»
«¿Por qué su ropa es tan anticuada?»
Los murmullos de los estudiantes (y algunos docentes) resonaban por la plaza académica, pero ninguno hacía nada para intentar ayudar al chico.
Simón sonrió al ver al castaño gritarle aterrado, su figura se veía tan pequeña, pero supo muy bien que era él. Después de todo, lo investigó con anterioridad y planeó a la perfección encuentros "casuales" con el joven. Conocía perfectamente al chico.
Juan Pablo gustaba de él, solo debía darle un empujón. O mejor dicho, él debía darse el empujón.
— Bajaré si aceptas ser mi novio, Villito.
«Ja, ¿Villito?, Si fuera Villamil dejo que se mate por ridículo»
— ¿Eres tonto?, ¡¿Cómo se te ocurre exponerte de esta manera solo por una respuesta?! Baja de ahí ahora mismo.
«Villamil es gay?»
«Pobre Isa, se quedó sin novio»
«La verdad si, es tonto»
«Típico cliché de película ochentera»
«Si Juan lo rechaza, yo lo consuelo. Guapo»
«Si el alumno Villamil deja caer a este pobre chico idiota, aprobará mi clase con honores»
«Van mil que no se avienta»
— Eso lo decides tú. Sólo piénsalo: hay dos maneras para que baje de aquí — Simón tomó aire y volvió a exclamar a megáfono — Una es por las escaleras, y otra con mis huesos separados y en el piso. Decide tú.
«Lo dicho: un cliché»
«Villa, dile que sí»
«Amigos, ¿Ustedes son pareja?»
«Parece que va a rechazarlo. Diez puntos extra para Juan Pablo en mi clase»
— Yo...
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Isaza llegó al punto aglomeración de la mano de Martín, pues a ambos les llamó la atención multitud. Desafortunadamente, el mayor llegó justo en el peor momento.
Villamil observó cómo Simón se acercaba cada vez más al borde de la torre, y con ello su cuerpo se acercaba más a la acera. Sintió pánico. Simón no podía ser tan estúpido para lanzarse desde tan alto, ¿O sí?
"Mierda, si es lo suficientemente estúpido" (pensó el castaño)
— ¡De acuerdo, acepto ser tu novio! — su respuesta dejó boquiabiertos a los presentes, a Isaza paralizado, Martín golpeando su frente con la mano. Y Simón, era el único sonriente.
"Villo imbécil" (pensó el de gafas)
«Vaya, yo estaba a punto de llamar a los forenses»
«Juan Pablo Villamil, está desaprobado en mi asignatura y llamaré a sus tutores. Esta juventud de hoy, es cada vez más rara»
«¡CLICHÉ!»
Las personas comenzaron a dispersarse, pues el espectáculo se volvió demasiado aburrido.
Simón, se alejó del borde celebrando internamente. Tomó el patético ramo de rosas y el oso de peluche que traía consigo para bajar cuidadosamente las escaleras en dirección a su "novio." Villamil le recibió con un puño en el rostro por prácticamente obligarlo a aceptar, el pelinegro se tambaleó, pero pudo recuperar su postura y plantar un gran beso en la boca del de ojos verdes.
Isaza apretó los puños y Martín lo vió preocupado. Sabía que le tomaría tiempo recuperarse.
— Isa... — intercedió cuando el chico se alejaba de la escena.
— Estoy bien, Marto — suspiró —Creo que no podré llevarte a tu casa lo prometí. Lo siento.
— Isa, ¿Seguro que estás bien? — dijo con un susurro para evitar que el otro Juan Pablo le escuchara.
— Si, sólo. Fueron cinco años de enamoramiento absurdo. Pero siempre supe que Villa jamás me iba a corresponder. Me duele como el carajo, pero si él es feliz, yo también lo soy.
Y con ello se fue, dejando a Martin con el corazón descolocado, y a una pareja de devorando sus labios sin siquiera saber lo que acababa de ocurrir.
"Maldito Simón." (musitó el alto)
"Estúpido Villa." (pensó el de gafas)
"¡Ay Simón!, Ojalá no te arrepientas de hacerle daño a Juan" (susurró el menor de todos)