3.

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querida eleven: lo intenté muchas veces.
pero lo veía sonreír, y mi respiración se aceleraba. intenté detenerlo,
¿pero cómo detener a un corazón?

 

will byers
— mi mamá va a dar una fiesta mañana. — mike habló desde el mostrador, observándome mientras limpiaba las mesas del lugar.

—¿y...?

— y quiero que vayas. — apartó la mirada cuando me giré hacia él.

— ah.

— pero, está bien si no vas, will. — tragó saliva, asintiendo. — también voy a entenderlo si no quieres ir.

— jamás dije que no quería ir, tonto. — reí, acercándome al lugar donde estaba sentado. — si quieres que vaya, ahí estaré entonces.

— genial. — sonrió. — pero hay algo tenemos que hacer antes.

•••

— ¿cuál crees que me quedaría mejor, will? — mike se volvió hacia mi, sujetando un suéter de color amarillo en cada mano.

— yo los veo bastante iguales.

— ¡no estás siendo de ayuda, will! — suspiró, rodando los ojos. — maldita sea, creo que odio el amarillo.

— elige otro color, entonces.

— ¡no puedo! — soltó, frunciendo el ceño. — toda mi maldita familia va a ir vestida de amarillo, y si se me pasa por la cabeza vestirme de otro color, estoy seguro de que me cortan la cabeza.

— sólo date prisa, mike. — respondí, mirando alrededor de la tienda a la que mike me había arrastrado en cuanto terminé mi turno en scoops ahoy. — cualquiera de las dos te va a quedar bien.

— ¿dices que soy guapo, entonces?

sentí mis mejillas calentarse lentamente.

— yo no dije eso. — me di la vuelta, y pedí con todas mis fuerzas que mike no pudiese notar mi sonrojo.

— como sea. — sonrió ampliamente, tomando mi mano, guiándome hacia donde sea que tuviese planeado ir. — voy a probarme ambos.

•••


— entra, will. — habló, corriendo la cortina después de que ambos estábamos dentro del probador. se apresuró a tomar los bordes de su camiseta antes de quitársela.

sentí mi corazón acelerarse en un segundo, e hice mi mayor mayor esfuerzo para desviar mi vista hacia arriba, procurando no mirar su torso desnudo.

— ¿la sostienes por mí? — dijo, entregándome la camiseta que recién había terminado de quitarse. — ¿qué, will? — rio, acercándose aún más a mí dentro del reducido espacio.

por un momento, sentí mi respiración fallar.

— basta, mike.

— ¿qué? — sonrió peligrosamente, sin quitarme la vista de encima. — ¿tan nervioso te pongo?

— detente ya. — reí, arrojando la camiseta hacia su rostro, logrando finalmente aumentar la distancia entre nosotros.

— de acuerdo, de acuerdo. — cedió, poniéndose encima el primer suéter color amarillo. — ¿cómo se ve este, will?

tragué saliva, sintiendo el aire regresando a mis pulmones.

— bien.

— okay. — respondió, quitándoselo y poniéndose encima el segundo. — ¿y este?

— bien.

rodó los ojos, la sonrisa sin desaparecer de su rostro ni siquiera un segundo.

— ¿cuál te gusta más?

— el primero, supongo.

— el primero será, entonces. — habló, vistiéndose con la camiseta y entrelazando su mano con la mía, antes de salir del probador finalmente.

•••

— ¿qué estás mirando tanto, will? — mike habló, deteniendo su bicicleta junto a la mía, justo frente a la vitrina de la tienda.

— a la culpable de mis horas extra en scoops ahoy.

— ¡¿qué mierda, will?! — alzó la voz, bajándose de la bicicleta para poder acercarse a la vitrina. — ¿entonces estás viendo a alguien? ¡dime quién es, maldita sea!

— ¿de qué estás hablando? — reí, mirando el ceño fruncido sobre su rostro. — mike, me refiero a la bici roja.

— ah. — tragó saliva. — tiene sentido.

me giré hacia él, soltando una carcajada.

— ¡no es gracioso, will! — exclamó, apartando la mirada. — ¡no es para nada divertido!

— como digas, celoso.

— ¿celoso? — habló, devolviéndome la sonrisa. — vete a la mierda.












 
 

querida eleven ; bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora