13.

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querida eleven:
¿qué es lo que estamos haciendo?

   

will byers.
la idea pasó por mi mente de camino a casa, cuando sentí la lluvia comenzando a caer frenéticamente sobre mis hombros.

podía sentir cada una de las gotas.
impactando sobre mí, haciendo que la tela de mi ropa se adhiriera cada vez más a mi cuerpo, desesperándome por completo.

y el pensamiento finalmente se metió dentro de mi cabeza.

pensé en lucas. en cómo se había ido así, sin más. en qué pasaría si él no fuese el último en hacerlo. y la imagen se reprodujo por un par de segundos, haciéndome hundir mi cabeza en el cuello de mike. los escalofríos no tardaron mucho tiempo en recorrer mi espalda por completo.

tragué saliva, mirando a mike. sus manos sosteniendo con fuerza el manubrio mientras conducía la bicicleta roja, las gotas de agua bajando por su cabello.

y el camino de regreso me pareció eterno, escuchando la voz de lucas repitiéndose una y otra vez dentro de mi cabeza, resonando en mis oídos. un eco interminable.

reprimí con todas mis fuerzas las lágrimas que comenzaban a acumularse en mis ojos, sintiendo nuevamente los malditos escalofríos.

las palabras de lucas habían congelado mi corazón por un momento, y podría jurar que nunca había sentido tanto frío en mi vida.
          
               
•••
       
        
— ¿puedes secarte ya? — me giré hacia mike, tendiéndole una segunda toalla. — estás hecho un desastre.

— tú también estás empapado. — suspiró, mirando hacia mí. — qué idea tan estúpida la de ir al centro comercial en bicicleta. — bufó, frunciendo el ceño. — ¿porqué siempre se me tienen que ocurrir las peores ideas?

— tal vez sea porque eres un idiota.

— sí, muy gracioso will. — rodó los ojos, tirando de uno de mis brazos para atraerme hacia él. — tal vez sea por eso.

— ¿puedes parar? — pregunté, soltándome de su agarre. — tienes que secarte rápido, mike. estás mojando todo, y si mi mamá se entera va a matarme.

— un beso, y lo hago ya. — respondió, sonriendo ampliamente. — ¿trato?

— cállate ya, mike.

— ¡bien! — levantó la voz, haciendo un puchero. — ya me lo pedirás después.
            
              
•••
      
        
— ¿entonces qué? — sonrió mike, dejándose caer al lado izquierdo de la cama y señalando la camiseta que traía puesta. — ¿me la puedo quedar?

— es mía, mike. — reí. — estoy seguro de que todos me han visto usarla al menos una vez.

— ¿y...?

— ¿y? ¿no sería extraño que de un momento a otro trajeras mi ropa puesta?

— ¡claro que no! — respondió, alzando la voz. — extraño es que ya me hayas besado y sigas pensando que es extraño que traiga puesta una camiseta tuya.

— está bien. — sonreí, rodando los ojos. — quédatela entonces.

— no iba a devolvértela de todas formas. — habló, riendo. — me la voy a poner todos los días.

— ¿sí? ¿y cuándo te pregunten de dónde demonios sacaste una camiseta exactamente igual a la mía, qué les piensas decir?

— sólo voy a decirles que es de una persona que me gusta mucho. — sonrió, girándose hacia mí.

— muy ingenioso, mike. ¿también vas a decirle eso a eleven?

— ugh, ¿podemos no hablar de ella un segundo? — resopló, cerrando los ojos durante un par de segundos. — voy a decirle que la camiseta es de mi novio.

— claro. — respondí, sintiendo el calor apoderándose de mis mejillas lentamente. — se te olvida el pequeño detalle de que no soy tu novio.

— ¿y? — preguntó otra vez, mirándome con una amplia sonrisa. — ¿quieres serlo?

— ¿qué? — hablé, sintiendo mi corazón detenerse. — ¿qué estás diciendo?

— estoy preguntándote si quieres ser mi novio. — rio. — ¿quieres?

— mike...

— también voy a entender si no quieres. — tragó saliva, pasando una de sus manos por su cabello. — todo es un desastre ahora, y...

— no. — suspiré, volviéndome hacia él nuevamente. — s-sí, sí quiero.

— gracias a dios. — rio, dirigiendo la mirada hacia el techo de mi habitación. — no sé qué hubiera hecho si dijeras que no.

— ¿porqué?

— bueno, estoy usando tu ropa, estamos durmiendo en la misma cama... sería raro si siguiésemos diciendo que sólo somos amigos. — suspiró, sonriendo. — maldita sea, will byers es mi novio. — rio, volviéndose hacia mí. — no me lo habría imaginado ni en un millón de años.

— tampoco te habrías imaginado que de un momento a otro íbamos a perder a lucas.

— sí. — tragó saliva, tensando la mandíbula. — no me imaginaba nada de esto así. — suspiró nuevamente. — lucas es un idiota. pero supongo que era algo tenía que pasar, después de todo. — habló — lucas puede irse a la mierda. ni siquiera deberías de estar pensando en él ahora mismo.

— ¿es en serio, mike? — respondí, frunciendo el ceño. — ¿en qué otra cosa quieres que piense?

— en lo afortunado que tienes que ser para tener al novio más guapo de hawkins.

— sí, claro. — reí, rodando los ojos. — y al más modesto, también.

— lo digo en serio, will. — bostezó, cerrando los ojos. — no puedo creer que al fin seas mi novio. — habló, a punto de quedarse dormido. — me haces muy feliz.















llegamos a mil lecturas en el capítulo anterior :)
muchas gracias por todo el apoyo 🤍
y también perdón por tardar tanto en actualizar, y traer un capítulo tan corto y tan malo, pero ya se vienen cosas mucho mejores jajjajaj

nos vemos (espero que pronto),
maría

querida eleven ; bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora