9.

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querida eleven: no tengo ni la menor idea de qué es lo que voy a hacer.
perdón, sólo por si acaso.



will byers.
— ¡maldita sea, ya voy! — levanté la voz, frotándome los ojos antes de abrir la puerta.
el reloj apenas marcaba las siete de la mañana, y el timbre ya había sonado al menos unas quince veces. — ¿robin? — hablé, soltando un bostezo. — ¿qué haces aquí?

— buenos días a ti también, byers. — respondió, sonriendo hacia mí. — más vale que te vistas. tenemos un paseo que dar.

— ¿un paseo, a las siete de la mañana? — rodé los ojos, haciéndola reír. — ¿tengo que ir?

— de preferencia.

— está bien. — suspiré, cediendo finalmente. — dame cinco minutos.


•••


— ¡maldición, robin! ¡la señal de alto significa que te detengas! — exclamé, volviéndome hacia ella. — ¡¿te mataría ir más despacio?!

— relájate, byers. — soltó una carcajada, girando el volante de imprevisto. — sé lo que estoy haciendo. soy toda una profesional.

— es muy temprano para esto, robin. — respondí. — ¿puedo al menos saber a dónde vamos?

— ¿no dijiste que querías conseguir otro empleo?

— no recuerdo haber dicho eso.

— pues, la bicicleta roja no se va a comprar por sí sola, byers. — sonrió. — además, deberías distraerte. no le vendría mal algo de emoción a tu vida, así dejarías de estar pensando tanto en mike.

— ¿quién dice que estoy pensando en mike?

— tú. — rio, mirándome un par de segundos. — sólo basta con mirarte a los ojos. todo en ti lo dice a gritos.

— mentira. — hablé, frunciendo el ceño. — ¿qué quieres decir con lo del empleo? — sonreí. — ¿van a contratarme de nuevo en scoops ahoy?

— mmm, no.

— ¿entonces?

— le pedí a alguien que conozco que te diera un empleo. — suspiró, rodando los ojos. — es todo.

— ¿de qué tipo de empleo estamos hablando exactamente, robin?

— no lo sé, ¿hot-dogs? ¿hamburguesas? no estoy muy segura. — respondió, estacionando el auto. — sólo será una entrevista.

— ¿hot-dogs, en serio? ¿esa es tu idea?

— perdón, ¿tenías una mejor?

— no lo sé, robin. el trabajo en scoops ahoy era fácil. — tragué saliva. — no creo que las hamburguesas sean lo mío. tampoco es que sea muy bueno para las entrevistas.

— vamos, will. solamente serán un par de preguntas. — rio. — ¿qué es lo peor que puede pasar?


•••


— joder. — robin habló, acelerando despreocupadamente en el camino de regreso a casa. — no puedo creer que te haya ido tan mal en una entrevista.

— vamos, no me fue tan mal.

— ni siquiera pudiste decir bien tu nombre.

— ¡estaba nervioso! ¡te dije que no eran lo mío!

— me queda claro. — entrecerró los ojos, deteniendo el auto de repente. — ¿quién es?

— ¿de qué hablas?

— en tu casa. — dijo, apuntando hacia la figura sentada en el porche. — ahí. ¿ves?

— seguramente es jonathan. — bajé, cerrando la puerta detrás de mí. — gracias por traerme.

— un placer, byers. — sonrió, poniendo el auto en marcha. — ¡trata de no pasarte el resto del día pensando en él!

rodé los ojos, caminando hacia la entrada.

— ¡mierda! — grité, sobresaltado. mike dirigió su mirada hacia mí, levantándose del suelo. — ¿qué haces aquí?

— yo... — tragó saliva, apartándose. — por favor no pienses lo que estás pensando.

— maldita sea. — sonreí, mirando a la bicicleta roja descansar sobre la pared detrás suyo. — dime que no lo hiciste. — hablé. — ¿de dónde sacaste el dinero?

— tenía algo ahorrado. — respondió, desviando la mirada. — hoy me pasé un par de veces por scoops ahoy, sólo por si tenía la buena suerte de que estuvieras en el mostrador. — suspiró. — después robin me contó que te despidieron por mi culpa. y yo... sólo quise comprártela, will.

— pues no la quiero.

— p-por favor no pienses mal. — dijo. — quiero hablar contigo, es todo. no estoy intentando comprarte.

— no entiendo de qué quieres hablar, mike. ya te lo dije todo, ¿qué quieres que diga
ahor-?

— ya no la quiero, will. — habló, y podría jurar que por un segundo sentí mi corazón detenerse.

— ¿d-de qué hablas? no sabes lo que estás diciendo.

— ya no siento nada por ella.

— ¿s-sí? ¡pues vete a la mierda! — levanté la voz, volviéndome hacia él. — ¡pues no parecías sentir nada el día que la llevaste a scoops ahoy!

— ese día no me dejaste explicarte.

— ¿qué querías explicarme, mike? ¡jugaste con ambos! ¡todo fue sólo un jueg-!

— ¡maldita sea, will! ¿eres tonto o qué? — exclamó, soltando un suspiro. — pensé que ya estaba más que claro, pero espero que si te lo digo esta vez, por fin entre a tu cabeza; estoy enamorado de ti.
















malísimo el capítulo, ¿pero qué se le va a hacer? tuve que reescribirlo como cinco veces porque no me gustaba.
perdón ;(
gracias de corazón por todo el apoyo que le han dado a la historia ;)💗
ahí la vemos,
maría
               
              
                


   
         
        
              


            

querida eleven ; bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora