Capítulo 1

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"Cuando te vi me enamoré y tú sonreíste porque lo sabías"

—William Shakespeare.

La alarma suena y como casi todas las mañanas, me caigo de la cama. Es algo inevitable el no despertarme asustada. Con pereza me levanto del suelo para sentarme en la orilla de la cama, bostezando. Estiro la mano para apagar el molesto reloj, pero no quería obedecer y seguía sonando escandalosamente. Con mi frustración llegando al máximo, estaba por lanzarlo contra la pared cuando de repente la puerta de mi habitación se abre y aparece mi madre.

—Ah no, no, no vas a romper otro reloj solo porque no sabes cómo apagarlo —me regañó, quitándome el reloj de la mano y fácilmente apagando el molesto sonido que salía del aparato. Lo colocó de nuevo sobre la mesita de noche y yo bufé.

—Si compraras un reloj normal, podría entonces apagar la alarma como las personas normales lo hacen —expuse de camino hacia el baño, pero mi madre me detuvo antes de llegar.

—Y ahora le echas la culpa al reloj, mejor dale un beso a tu madre que ya me tengo que ir a trabajar. Abajo se encuentra el desayuno listo, y feliz primer día de tu último año —al acabar me aprieta las mejillas y me da un beso en la frente, sacándome una sonrisa. Yo la abrazo y le devuelvo el beso en la cara.

—Adiós ma, te cuidas, te amo —le digo, viendo como ella se aleja bajando las escaleras.

—Yo igual te amo y no llegues tarde —desafía y ruedo los ojos, continuando mi camino hacia el baño. Me hago una coleta en mi cabello castaño/rosa para no mojarlo mientras me ducho y me dispongo a alistarme.

En cuanto salgo de la ducha, me dirijo al armario para sacar el uniforme. Sí, en los colegios de Clentown es esencial usar uniformes. Realmente eso es algo que me agrada, porque así no tengo que pasar mucho tiempo escogiendo un atuendo. Al terminar de vestirme, saco el estuche de maquillaje y voy escogiendo lo que usaré hoy. Opto por colocarme delineador verde en mis parpados para resaltar un poco más mis ojos celestes, me encrespo mis largas pestañas y luego unto un poco de brillo en mis labios. Agarro mi celular junto con mi bolso y empiezo a bajar las gradas, directo a la cocina para desayunar.

Cuando termino y estoy guardando los platos suena mi celular, avisando la entrada de un nuevo mensaje. Lo reviso y es April, mi mejor amiga, quien pregunta si ya voy de camino por ella. Le respondo que sí y bloqueo el celular, guardándolo en el bolsillo. Agarro de nuevo mi bolso, las llaves del carro y salgo en dirección a la casa de April.

Al llegar a la casa de mi amiga sueno el claxon y ésta sale corriendo hacia el auto. Al entrar nos saludamos con un beso en la mejilla y pongo en marcha el carro.

—Minion, ¿te pusiste bloqueador facial? —Pregunta April mientras se hace un chongo en su gran cabellera negra y rizada.

—Sí, April. Te recuerdo que algunas no tenemos la ventaja de tener una piel morena reluciente como tú, si no que nos tocó tener un tono de piel blanco como la leche que se vuelve rojo con facilidad. Y deja de decirme minion que solo eres dos centímetros más alta que yo —le reproché bufando. April tan solo rodó sus ojos miel soltando una pequeña risa.

Llegamos al colegio, estacioné el carro y nos bajamos, caminando hacia la entrada donde nos esperaba nuestro mejor amigo Nathaniel. A nosotros nos llaman los tres mosqueteros, porque siempre donde está uno está el otro. Bueno, sin contar las clases que no compartíamos. Básicamente nos conocemos desde que estábamos en la panza de nuestras madres, ya que nuestros padres son grandes amigos.

—Ya llegaron mis mujeres favoritas, ¿a que no adivinarán el chisme que les traigo? —Fue lo primero que dijo Nathaniel en cuanto llegamos a donde estaba. Colocó sus brazos alrededor de nuestros hombros, haciendo notar que es más alto que nosotras dos.

El ciclo de la vida de Caeli ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora