Capítulo 11

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"No tienes ni idea de la huella que dejaste en mi corazón el primer día que me miraste, y mucho menos de lo feliz que me hizo saber que tú sentías lo mismo por mí."
Autor desconocido.

El bullicio en la cocina resonaba con risas y el sonido de utensilios mientras nos esforzábamos por preparar una cena especial.

Mi mamá, con su inconfundible tono entre autoritario y cariñoso, regañó a Nathaniel por "devorar" el pan de ajo, golpeándolo con suavidad mientras él se reía y se alejaba para continuar con la ensalada.

La cocina era un escenario de cooperación y alegría. Nathaniel estaba enfocado en la ensalada, April y yo trabajábamos en la lasaña, y mi madre supervisaba con ojo crítico cada paso. Una lasaña ya estaba en el horno, y estábamos a punto de preparar la segunda cuando el sonido del celular de April interrumpió la armonía de la cocina.

Con una sonrisa emocionada, April respondió y todos asumimos que era Alex al otro lado de la línea.
Después de una breve charla, April me pasó el teléfono, indicando que Cormac quería hablar conmigo.

• ¿Extrañas tanto mi voz? —bromeé al sentarme en la silla del comedor, fuera de la cocina.

Cormac rió desde el otro lado y la risa de Alex se filtró en segundo plano. •¡Hola, Caeli! — exclamó Alex emocionado.
• Dile hola también — transmití la salutación, y Cormac apartó el teléfono por un momento para gritarle a Alex.

Después de la distracción, la charla continuó, y Cormac confesó que necesitaba escuchar mi voz para calmar sus nervios.

•Todo saldrá bien, no te preocupes. No dejes que los nervios te dominen — intenté tranquilizarlo con suavidad.

— ¡Caeli, la lasaña no se hace sola! — gritó April, interrumpiendo la conversación.

Rodé los ojos y me disculpé antes de regresar a la cocina.

•Así que preparan lasaña, uno de mis platos preferidos — comentó Cormac con una amplia sonrisa, expresando su entusiasmo.

• Sí, mencionaste varias veces lo mucho que disfrutas de la lasaña cuando lavábamos platos, así que le sugerí a mi mamá que sería una buena idea prepararla.

Cormac, con humor, añadió: •Hay algo que me trae más loco, y eres tú — sonreí ante su elogio. •Me imagino que debes estar sonriendo, tu sonrisa me encanta. — Mi risa se mezcló con la de Alex, que se contagiaba de la alegría. • ¡Juro que te golpearé si no te callas y dejas de molestarme! — rió Cormac al dirigirse a Alex.

Las bromas entre ellos era palpable, y no pude evitar unirme a la risa general.

• Ya, Cormac, deja a Alex reír en paz. Debo irme; tengo que seguir ayudando a preparar la cena de esta noche.

•¡No, espera! Quería preguntarte, ¿me visto todo formal o mejor sin saco y corbata? ¿Camisa de vestir verde oscuro o blanca?

• Yo creo que sería mejor sin saco y corbata; algo formal pero no demasiado. Y optaría por la camisa de vestir verde oscuro; resaltará tus ojos — sugerí después de reflexionar por un momento y sonreír.

•Gracias, nos vemos más tarde, Caeli —agradeció Cormac antes de colgar.

—Alex, hola — saludó April, tomando el teléfono cuando llegó a mi lado.

—Cormac ya cortó la llamada — informé encogiéndome de hombros, mientras April me miraba con una mirada fulminante.

— Lo siento — añadí, ofreciendo una disculpa con expresión de disculpa.

El ciclo de la vida de Caeli ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora