Capítulo 9

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"Me besó sin pedir permiso y a mi me pareció la gloria. Le devolví el beso con hambre atrasada."
— Mario Benedetti.

Era sábado, así que eso significaba poder levantarse un poco más tarde de lo normal, aunque creo que alguien no piensa lo mismo ya que mi celular ha estado sonando desde hace una hora.

Si fuera otra cosa y no mi preciado celular, que tanto dinero les ha costado a mis padres, ya lo hubiera tirado contra la pared para que me dejara dormir y seguir en los brazos de Tom Holland, a quien casi le digo si acepto en la hermosa boda que mis sueños produjeron.

Tenía todo mi cabello enredado tapando mis ojos y simplemente busqué el celular en la mesita de noche y respondo con un tono de voz malhumorado sin saber quién era la persona que estaba del otro lado de la línea.

— ¡¿Qué?!

— ¿Estabas dormida? — pregunta divertido.

— Claro — me quito el cabello del rostro, despego por un momento el celular de mi oreja para ver la hora y quien llamaba — ¡Son las 7 de la mañana! Espero que tengas una buena razón para despertarme tan temprano un sábado, Cormac — sin querer un bostezo se me escapa, me acomodo en la cama mientras escucho que él suelta una pequeña risita.

— No quiero que pienses que estoy loco porque...

— Lamento informarte que ya todos saben que estas medio chiflado — lo interrumpo.

Cormac suelta una risa sin gracia — Bueno, la cuestión del que te esté llamando es porque estoy afuera de tu casa y quería ver si ¿quisieras desayunar conmigo? — inquiere con un tono de voz nervioso, supongo que debe de estar pasando una mano por su cabello ya que siempre hace lo mismo cuando se pone nervioso.

— No te creo — por un segundo retuve el aire por la sorpresa, luego salto de la cama y corro a la ventana, efectivamente ahí estaba, apoyado en su moto como si fuera un chico malo mientras acaricia su cabello.

— ¿Entonces? — insiste sin percatarse aun de que lo observo.

— ¿Podré pedir lo que sea de desayuno?

— Sí — él sonríe.

— Entonces ya bajo — cuelgo la llamada y rápidamente voy por una mudada para después entrar en el baño a ducharme.

Con un pantalón negro, una blusa transparente negra y por debajo un top verde fosforescente, salgo del baño, me pongo brillo labial y peino mi cabello.

Agarro mi celular y bajo las gradas para decirles a mis padres que voy a salir, guardo las llaves en mi bolsillo y salgo de casa.

— Ahora que lo pienso, me debes un reto — le recuerdo al estar frente a él.

— Espero que mi reto pueda vencer tu baile de la macarena en el centro comercial — me extiende el casco y me lo pongo.

— Si ese vídeo circuló por las redes dos días entonces el tuyo será tan fenomenal que durara toda una semana — me subo a la moto y él arranca.

Llegamos a desayunar a una cafetería que se encuentra frente a la plaza del pueblo, nos sentamos al lado de la ventana y cuando la muchacha llega ordeno unos panqueques con crema chantillí, bañados de jarabe de chocolate y fresas sobre la crema chantillí.

Lo sé moriré de diabetes porque lo dulce me encanta mucho, Cormac pide unos panqueques normales, además de café para los dos y a los segundos están en nuestra mesa servido.

— Dime, ¿cuál fue la razón por la que me sacaste de mi cama tan temprano? — curioseo poniendo mis brazos sobre la mesa.

— Problemas familiares, ya sabes lo normal — se encoge de hombros posando la vista en otro lado menos en mis ojos, supongo que no deseaba hablar de ello.

El ciclo de la vida de Caeli ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora