—¡Rusia! —chilló la chica de jersey café— ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? —le volvió a decir, mientras lo miraba algo molesta.
—¡Que es peligroso Rusia! —Ucrania empezó a hablar nuy rápido, agitando sus brazos y poniendo una cara algo excéntrica.
—No Ucrania. Déjame hacer a mi solo, es mi vida —murmuró Rusia, mientras se arreglaba la bufanda— Y Belarus. Sé lo que hago, y es por mi bien, ¡no puedo estar ocultándole esto toda mi vida a Ame...!
—¡Rusia! ¿N-No lo entiendes? —a Bielorrusia ya se le estaba empezando a quebrar la voz, cada vez más débil.
—¡Dejadme en paz! ¡Vosotros no entendeís nada de lo que me pasa, NADA! —gritó el ruso— ¡No entendeís lo que me duele tener que ocultarle cosas a la gente! ¿No creeis que tengo suficiente con lo desconfiado que es él?
—Si que lo entiendo, Rusia —dijo la bielorrusa— ¡Claro que lo entiendo! ¡Yo también he tenido que ocultar mis sentimientos y un montón de mierdas más por mi seguridad!
Ucrania volteó hacia su hermana y la miró con picardía.
—¿Como así?~ ¿Te gusta alguien, cierto?
La chica volteó también y estos se quedaron mirándose extrañados.
El ruso aprovechó esto para salir de la casa lo más rápido que pudo.
A veces sus hermanos eran unos completos idiotas de cuidado.
Los dos países más bajos miraron a la puerta ya cerrada, y Bielorrusia le chilló a su hermano;
—¡Imbécil! —senteció, mirándolo con odio.
—¿Con qué ocultando sentimientos, eh? —dijo el ucraniano ignorando por completo las palabras de la chica—, ¿Quién es el afortunado....?~
—¡Siéntate en un pito, Ucrania!
↠💕↞
—Todo va a ir bien—se consolaba el ruso para sí— Todo va a ir, genial. Sí. Ge-nial —susurró para acelerar un poco el paso y empezar a caminar más rápido.
Había quedado con USA en el claro de un bosque de las afueras. Era um buen lugar, teniendo en cuenta que era ahí donde le confesaría a su amante lo que en realidad era.
Una bestia.
Un ser sin control, sin temperamentos.
Había llegado una hora antes, y eso que Rusia era de esas personas que llegan tarde o nunca llegan.
Se sentó en uno de los bancos que allí había, algo viejos por cierto.
Suspiró. Intentó mantener la calma.
¿Qué estaba haciendo?
¡Era una completa locura!
—E-Esto es inútil. Inútil....
Se decía a si mismo, mientras apoyaba los codos en sus rodillas, echándose hacia adelante y poniendo las manos en su rostro.