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Emilio

Todo el tema de la mudanza me tiene estresado, ni siquiera he podido ir a la universidad y no llevamos ni la mitad de las cosas transportadas, mi coche comenzará a quedarse sin gasolina pronto por tantas vueltas que incluyen también visitas a casa de mis amigos para ayudarles con su propia mudanza

Mi habitación luce medio vacía, solo queda la cama, y los muebles que serán llevados mañana por el camión de mudanza

Me acuesto a descansar un rato, Joaquin me escribe, está llegando a mi casa y yo me siento ansioso de verlo, lo que más me molestó de no ir a la universidad hoy fue el hecho de no verlo y tampoco poder llevarlo ni pasar a recogerlo por culpa de Diego, que apenas hace 10 minutos me había dejado libre

Después de un par de minutos escucho a la puerta principal ser abierta y luego unos pasos apresurados subir las escaleras, son las dos de la tarde, mi padres seguramente llegaran pasadas las 7 y no tendré que ayudar a ninguno de mis amigos hasta después de las cinco, así que estoy dispuesto a aprovechar el tiempo libre con mi novio

Aparece en la puerta de la habitación segundos después, con los rizos cayéndole sobre la frente y una sonrisa enorme impregnada en su rostro, se me corta la respiración cuando lo veo, con un pantalón deportivo cayendo por sus caderas y una camiseta corta rosa que deja al descubierto su delicado abdomen y que enmarca su pequeña cintura, haciéndome sentir acalorado de alguna manera

Deja caer su mochila en el piso de mi habitación, cierra la puerta y se abalanza sobre mi cuerpo recostado en la cama, instintivamente le sujeto la cintura, su piel me recibe tan suave como siempre y lo rodeo completo con un solo brazo, se me seca la boca

-Hola- le digo y con la mano libre le pasó una mano por los rizos, están un poco húmedos

-Te extrañe- me dice y me da un pequeño beso en los labios para después acariciar su mejilla con la mía, su pequeña barba me da comezón, cierro los ojos, un sonido de satisfacción sale de mis labios, Mierda, cuanto lo necesitaba

Le doy un beso en la barbilla, después le mordisqueo el cuello, él lanza un pequeño jadeo de sorpresa y cuando se aparta de mi rostro me maravillo con el tono rojizo que ha adquirido dónde le he mordido

-Aguarda, estoy todo sudado, incluso debo oler mal- acerco mi nariz a su mejilla, lo olisqueó, eso lo hace reír, en realidad huele a delicioso, a vainilla por la crema que usa para hidratarse

-Hueles igual de rico que siempre- deslizó mis manos de su cintura, a su trasero, se lo aprieto levemente

-Emilio- se queja, intenta escapar, no lo dejo

-¿De verdad vienes de la escuela?- él asiente- ¿Y estuviste vestido así todo el día?- no quisiera que me molestase, pero se ve tan jodidamente sexy con este conjunto que la idea de alguien más notándolo me hace sentir ansioso, pone sus manos en mi pecho para alzarse un poco, arquea una ceja, pienso que me reprenderá y parece que piensa hacerlo pero después se relaja

-No, solo para la última clase, recuerda que tome gimnasia como optativa deportiva- recuerdo que me lo dijo en el momento en el que armamos nuestros horarios, me acerco para darle un beso en la mejilla

-Te ves tremendamente increíble en esto- él sonríe, orgulloso de sí mismo- Pero mierda, te mentiría si no te dijera que me da un poquito de celos pensar en que soy el único que lo nota-

ViernesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora