Toda una puñetera hora lloviendo, no hay ni dios en todo el instituto y si no fuera por que es mi hermano lo mataría aquí mismo por olvidarse de recogerme. Debí haber escuchado a mi instinto que me advertía de esas grises nubes. Por suerte, el instituto tiene un tejado y no estoy empapada pero el frío cala en mis huesos, soy humana después de todo. Ya desesperada, decido volver sola a casa. A pie. Pero justo cuando voy a dar el primer paso alguien agarra mi brazo con fuerza, lo suficiente como para detener mi paseo. La sensación de las gotas de lluvias mojando mi cabellos cesó por un instante a pesar de haber sobrepasado el edificio.
Miro hacia arriba para encontrar el motivo. Es un paraguas negro impermeable. Me giro para descubrir el dueño de la mano que me sostiene. Mi sorpresa es mayor cuando mis azules ojos rebotan con las doradas pupilas de aquel ser extraño. Esos mismos ojos que me miraban sin pestañear en la cafetería y por los que inconscientemente sonrojé. Era Jasper. ¿Qué hacía ese Dios griego ahí?
-Ahh...-suspira-...perdona... sería un desastre si te resfriaras. Hace un rato que te he visto aquí sola sin nadie que viniera a recogerte- explica aflojando su mano en mi brazo. Nunca he escuchado una voz como la suya. Me transmite tanta tranquilidad escucharle, como si todos los problemas desaparecieran.
- ¿Acaso me estabas espiando?- pregunté interesada. Trato de romper el hielo.
- ¿Qué? No... te vi desde mi aula porque a esta hora tengo piano- señala una clase del segundo piso. Correctamente sus ventanales apuntaban hacia donde me encontraba en esos instantes.
- Era broma, gracias por evitar mi posible resfriado- no es la mejor forma de empezar una conversación, me apeno por eso.
- ¿Tu debes ser Odisea, no? Yo soy Jasper. Ya me iba a ir a casa por si quieres que te lleve o... ¿preferirías ahorrar agua y ducharte bajo la lluvia?- ¿está bromeando? No puedo evitar reírme y asiento ante su tentadora oferta. No suelo ir en los autos de los desconocidos pero prefiero ir con él antes de volver andado y mojarme. Por cierto qué rápido todo el mundo recuerda mi nombre.
El coche era un Porsche de alta gama, me pregunto por que no vienen con algo no tan llamativo. No me gusta llamar la atención de esa manera.
- Perdona, el coche es de mis hermanos Rosaline y Emmet. Siento si te sientes incómoda por todo esto, mi coche es menos ostentoso- me sonríe apenado antes de arrancar y maniobrar marcha atrás. ¿Cómo es posible que adivinara mis pensamientos?¿A caso puede leerme la mente?
- No te preocupes, por cierto... ¿Me puedes dejar en la calle Saint Martha road? Es la más cercana a mi casa.- asiente mientras las revoluciones del coche aumentan. Este chico me va a provocar un infarto a muy temprana edad. La epinefrina recorre mis venas al acelerar el Porsche. Sus manos apretaban, tensas el volante como si estuvieran tratando de canalizar algún tipo de sentimiento ahogado. Sigo observándole a pesar de perder en ello la discreción. Tiene una piel pálida perfecta sin ninguna marca, ni pecas ni lunares, un perfil recto, una dorada cabellera y unos labios carnosos carmesí que resaltan con su palidez. Como si fuera de otra época. Como si ante mí tuviera un ser superviviente a la era gótica.
Tal era la distracción dirigida hacia él que no noté cuando detuvo el coche hasta que fijó su mirada en mi.
- Siento haber ido tan rápido, espero que no estuvieras asustada, pero no quería preocupar a tu familia - Sí. Tengo que confesarlo. Estaba asustada pero no de la carretera o su forma de conducir sino de él. Del oleaje de sentimientos que despertó en mí. Las sensaciones que hizo encender en lo profundo de mi ser. Temo que ardan hasta convertirse en un fuego eterno.
- No creo que mi hermano esté preocupado pues era él quien debía haberme ido a recoger.
-Bueno pero tus padres a lo mejor si se preocupan- mal tema para hablar. Me remuevo en el asiento, incómoda, buscando las palabras para agradecerle e irme cuanto antes. Me agobia hablar sobre ese tema y aviva mi tristeza. Parece que él nota la molestia en mi rostro al mencionar a mis padres. Entonces, me sujeta la mano.
- Perdona no quería ser entrometido- Su tacto me devuelve a la calma.
- No, no te preocupes es solo que fallecieron hace poco y no me gusta hablar sobre el tema. -¿Pero qué me pasa? No soy tan ingenua para ir contando mis cosas a un completo desconocido. No suelo confiar en nadie más que en mi hermano... Suelto su mano.
-Bueno muchas gracias por traerme me voy ya.
-Adiós, un placer.- ¿Cuál es su verdadero interés en mi? Algo me dice que su amabilidad es poco habitual en él.
Al abrir la puerta de mi nuevo hogar encuentro a Dante durmiendo en el sofá y roncando como un oso. Supongo que ha tenido un día largo y por ello se olvidó de recogerme. Lo quiero demasiado para enfadarme con él por algo así, más si está esforzándose tanto en el trabajo . Cojo una manta cercana y lo tapo. Todavía es pronto así que trato de aprovechar el tiempo y ponerme al día con las nuevas asignaturas.
- ¿Buenos días estamos en año nuevo?- pregunta mi hermano bostezando.
-No señor mío, usted ha hibernado hasta hoy año 3000¿Quiere que le haga un breve resumen de estos últimos 980 años?Bien empecemos por el principio: un día como hoy hace 980 años se olvidó de recoger a su hermana- me encanta picarle.
- Dios hermanita pues te conservas bastante bien rozando el milenio de edad- dramatiza para seguir la mofa.- Perdóname, mañana te prometo que en el recreo iré a verte.
Sé que lo hará, cuando promete siempre lo cumple. Tan adorable como cuando éramos niños. Cuando me prometía hacerme feliz cada día. Es una de sus mejores promesas.
ESTÁS LEYENDO
Eres mi atrapa Sueños-Jasper Hale
VampireTras la muerte de sus padres, Dante y Odisea deciden escapar del pasado mudándose a Forks, donde el ambiente melancólico y trágico rodeará sus historias. Pero más allá del dolor por la pérdida, el corazón de la joven Odisea volverá a palpitar dentro...