Capítulo 11

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Bien, hoy no tengo un plan para el día. Supongo que podría sentarme ahí a leer... O hacer tarea. Tengo que admitir que he estado pasando casi todo mi tiempo libre en casa de los Grey.

Con el chico gruñón y odioso de los ojos grises.

— ¿No crees que trabajas demasiado? — Pregunta Kate en el teléfono.

— Estoy desquitando mi sueldo, no te preocupes. Mes y medio más y habré pagado la totalidad del préstamo.

— ¡Mierda! ¿No tiene otro hijo que cuidar?

— Solo uno muy imbécil — Gruño solo de recordarlo — Tengo que colgar Kate, te veré esta noche.

Guardo el móvil en el bolsillo de mi mochila para ir a la puerta de la casa, pero hoy no estoy de humor para ver la cara odiosa de Bertha. ¿El señor Grey me daría una copia de la llave?

— Agh, otra vez tú — Dice cuando abre la puerta — ¿No has renunciado todavía?

— No. Pero gracias por tu preocupación, el trabajo es bueno y Christian muy divertido.

Sonrío cuando paso junto a ella para ir directo a las escaleras. Toco la puerta para que sepa que voy a entrar antes de girar la perilla.

— ¿Ya no pones el seguro? — Pregunto cuando la llave no gira en la cerradura.

— Te estaba esperando.

— ¿Oh, si?

Para variar, las cortinas están corridas hacia un lado y la habitación bien iluminada. Christian tiene lo pies estirados sobre el cabecero de su cama y la cabeza hacia el extremo opuesto.

— Si, ven aquí — Palmea el espacio en la cama junto a él.

Camino hasta el lugar que señala y me acuesto de la misma forma en que él está acomodado.

— Estás siendo amable y tengo miedo — Susurro fingiendo pánico — ¿Que vamos a hacer?

— Escuchar música.

Levanta su mano izquierda y puedo ver el control remoto. Presiona el botón grande, haciendo retumbar las bocinas con una melodía instrumental.

— ¿Qué es eso? — Señalo hacia el aparato.

— Buena música — Se ríe — ¿No te gusta Tchaikovsky?

— ¿Quién? — Vuelvo a decir por encima de la música.

— ¿Qué mierda de música escuchas tú? — Gruñe sin bajar el volumen.

— En primer lugar, mi gusto musical es bueno. En segunda, pequeño presumido, reconozco el lago de los cisnes.

— ¡Vaya! ¡Si sabes! — Suelta con burla.

— Idiota — Golpeo su pecho con mi mano.

Cierro los ojos un momento, un solo momento para disfrutar la música con tranquilidad, pero el cansancio me vence en minutos. Cuando vuelvo a abrir los ojos, me doy cuenta que estoy sobre mi costado izquierdo con Christian frente a mi.

Su brazo está apoyado sobre mi cintura y su rostro cerca del mío, por lo que puedo sentir su respiración haciéndome cosquillas. ¿Está dormido? ¿Nos quedamos dormidos?

— ¡Christian! — Chillo cuando me enderezo.

— ¿Qué? — Balbucea sin abrir los ojos.

— ¡Es tarde!

— ¿Y? ¿Tienes algún otro chico qué cuidar?

Ruedo los ojos y me dejo caer de nuevo a su lado. Sus ojos grises me miran fijamente, como si pudiera ver perfectamente mi rostro. La intensidad hace que retenga el aire en mis pulmones.

— ¿Nerviosa?

— No.

— ¿Segura? Creo que te pongo nerviosa porque te gusto.

— Pfff — Hago una mueca que pretendía ser de fastidio — No me van los niños.

Acaricia mi mejilla con cuidado, sus dedos recorren la línea de mi mandibula pero yo sigo perdida en sus ojos. Esas hermosas tormentas grises que no hacen más que impresionarme.

Sus labios presionan suavemente los míos pero no lo aparto. ¿Qué hace? ¿Por qué me besa? Y lo que es más intrigante, ¿Por qué lo permito?

Cuando se aparta, hago lo único que se me ocurre: reírme.

— Esto es tan cliché — Me giro sobre mi espalda — Tienes un enamoramiento de tu niñera.

— Creí que habías dicho que no eras ni niñera — Hace una mueca divertida — Además, podrías ser tú quién tiene un enamoramiento con el guapo y sensual chico que cuidas.

— No quiero ir a prisión — Digo con los ojos entrecerrados.

— Soy legal, bebé.

— ¡Dios mío! ¡Y humilde! — Me río.

Pero dejo de hacerlo cuando él se coloca sobre mi, con su cara en mi cuello. Un escalofrío me estremece de pies a cabeza.

— Sigue riendo — Se burla — ¿O es que ya no te parece divertido?

Ahora sí quiero detenerlo, sobre todo porque siento sus besos en la piel sensible de mi cuello. Intento decir su nombre, pero solo un gemido sale de mis labios.

— Christian... — Lo intento, pero no es suficiente para apartarlo.

Mierda, ni siquiera pude decir lo que quiero decir. Mi mente traicionera me obliga a cerrar los ojos para disfrutar del delicioso aroma de su colonia.

Cuando reacciono, mis brazos ya están aferrados a su torso para que no se aleje. Alarmas imaginarias suenan en mi cabeza, solo que no es imaginaria, ¡es mi móvil!

— ¡Soy yo! ¡Es mío! — Salgo de la cama, tropezando con mis pies — ¡Lo tengo!

Contesto sin fijarme en la pantalla, con la respiración agitada y avergonzada por mis acciones.

— ¿Annie? — La voz de papá resuena al otro lado de la línea — ¿Estás bien?

— Si, yo... Si. Me caí — Balbuceo una respuesta rápida.

— ¡De mi cama! — Grita Christian y le lanzo una mirada amenazadora... Que obviamente no puede ver.

— ¡Shh! — Me acerco a tapar su boca con mi mano — ¿Todo bien, papá?

— ¿Papá? — Pregunta el chico odioso con una sonrisa.

Vuelvo a cubrir su boca con mi mano, pero él forcejea conmigo dificultando que ponga atención a la llamada de Ray.

— Si, solo quería saber cuándo vienes a visitar a tu viejo. Creí que vendrías este fin de semana.

— He estado algo ocupada, con la escuela...

— ¡Y conmigo! — Vuelve a gritar sosteniendo mi brazo con sus dos manos.

Me siento a horcajadas sobre él para hacerlo callar antes de que papá pueda escucharlo y crea, erróneamente, que estoy en algún momento íntimo.

— ¿Annie?

— ¡Si! — Chillo sorprendida, ¿Qué pregunto? — ¡No sé! Pronto, si es que no voy a prisión por ahorcar a alguien.

Le gruño al chico de los ojos grises para que deje de forcejear y me deje terminar la llamada con mi padre.

— Tu abuela pregunta por ti, cariño. No tardes en venir a verla.

— Claro papá, tengo que colgar pero te llamo pronto, ¿Okey? ¡Adiós!

Termino la llamada sin esperar su respuesta porque Christian se incorpora sobre el borde de la cama, haciendo que ambos rodemos hasta el piso.

¡Christian!

Luz Y Sombras (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora