Capítulo 17

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Apenas entramos a su habitación, lanza el saco al piso para deshacerse de la corbata. No tengo que explicar más porque él conoce su habitación como la palma de su mano.

— ¿Piensas ayudarme?

— Creí que podías hacerlo solo — Cruzo los brazos sobre mi pecho — Después de todo, tu mismo te pusiste la ropa.

— Pero ahora estás aquí y tal vez estoy demasiado cansado.

— ¿Para desvestirte? — Arqueo la ceja aunque no pueda verme — Bien, pero solo voy a desabotonar la camisa.

Me acerco a él, que permanece de pie junto a la cama. Ni siquiera encendió la luz cuando entramos, pero las luces del patio y la luna proyectan nuestras sombras contra la pared.

Mis dedos se mueven con lentitud sobre su pecho y el latido de mi corazón retumba contra mis oídos. ¿Por qué estoy nerviosa?

— Deja de mirarme — Gruño sintiendo el calor en mis mejillas.

— No estoy mirándote — Dice y su aliento cálido golpea mi cuello — Estoy tratando de adivinar el aroma de tu perfume.

— No es mío, es el de Kate. La vainilla no es lo mío.

— ¿Y qué es lo tuyo?

— Las rosas, o el jazmín.

Sus brazos rodean mi espalda y un escalofrío me recorre de arriba a abajo. Deja de inhalar mi aroma para dejar besos suaves en mi piel.

— ¿Christian? — Jadeo.

— Shh — Sus manos se mueven hasta el cierre de mi vestido para deslizarlo.

Sé que debería apartarlo, sobre todo porque sé lo que pretende hacer pero no puedo. Mis manos siguen desabrochando la camisa para lanzarla al piso con el resto de sus cosas.

El vestido resbala de mi cuerpo hasta caer a mis pies y la vergüenza me invade. Kate y su grandiosa idea de usar solamente una tanga para que no se note bajo la tela. Pero sus ojos siguen fijos en los míos.

— No deberíamos... — Susurro junto a su rostro.

— ¿Por qué no?

Dice con un tonillo inocente mientras se desabrocha el pantalón de su traje. Se sienta en el borde de la cama y tira de mi mano para que me siente a horcajadas sobre sus piernas.

— Christian, es que no se supone que vuelva a pasar, tú y yo...

Intento detenerlo pero incluso yo puedo notar la falta de convicción en mi voz. ¡A la mierda entonces! Si iré a prisión y al infierno, por lo menos haré que valga la pena.

Se recuesta de espaldas en la cama llevándome consigo, libera sus manos de mis piernas para subirlas a mi cabeza y soltar mi cabello del apretado moño que Kate peinó.

— Así me gusta mucho más — Sonríe.

Bien, voy derechito al infierno.

Apoyo las manos en su pecho para besarlo, primero lento y suave para disfrutar mi caída. Christian mueve sus manos por mi espalda, acariciando cada tramo libre de piel a su alcance.

Mi cuerpo está presionando tan fuerte el suyo que puedo sentir su excitación crecer bajo mi vientre. Dios mío, es un niño... ¡No pienses en eso!

Nuestras respiraciones se agitan por la intensidad del momento, pero es la calidez de su piel desnuda contra la mía la que no me deja pensar. Y él luce realmente divertido.

— Espera, bebé — Estira el brazo hasta su mesita de noche.

No intento moverme porque mi pecho sigue presionando contra el suyo, pero escucho el sonido del empaque metálico.

— ¡Christian! ¿Compraste condones? — Chillo sorprendida — Por favor dime qué no se los pediste a tu padre.

La vergüenza de nuevo me calienta el rostro solo de imaginar la escena en la que éste casi inocente chico le pide a su respetable padre una caja de condones.

— Claro que no — Se ríe — Los tomé del escritorio de Elliot. El imbécil tiene muchos ahí guardados.

¿Elliot? ¿De la habitación de Elliot? Sería realmente divertido si pudiera restregarle en la cara lo bien que su hermanito y yo la pasamos. Se lo merece por ser tan cruel.

Se levanta un poco para sacarse los pantalones y colocar el preservativo, como sigo aferrada a su cuerpo, rueda conmigo sobre la cama dejándome abajo.

Mi cabeza es una confusión total. Debería apartarlo y no permitir que esto vuelva a ocurrir, pero no quiero hacerlo. Él de verdad me parece muy tierno y muy lindo, aunque no justifica mis acciones.

Está vez es más sencillo cuando empuja sobre mi cuerpo, estremeciéndome completamente por sus atenciones. Mis manos tienen vida propia cuando acarician su espalda y un gruñido de satisfacción se escapa de mi boca.

Continúa besando y mordiendo la piel de mi cuello, pero se aparta para gemir y el temor a ser descubiertos golpea mi conciencia. Un poco tarde para eso, ¿No?

Me derrito contra la cama cuando el orgasmo llega tan fácil y tan delicioso como la primera vez. Su mandíbula se tensa y sigue gimiendo hasta que gruñe algo contra mi cuello.

Eso es lo último que recuerdo cuando me acurruco entre sus brazos un momento. Solo un momento.

Una respira suave cosquillea contra mi mejilla y tengo que levantar la mano para alejarla de mi. Así podría dormir otro poco antes de... ¿De?

— ¡Mierda! — Me siento de golpe en la cama, algo desorientada.

Miro a mi alrededor, a la habitación que reconozco con las cortinas abiertas igual que anoche. El chico a mi lado está envuelto en un edredón blanco y la mitad inferior de mi cuerpo también.

— No, no, no... — Chillo asustada — ¡Me quedé dormida!

Me levanto de la cama tropezando con mis pies para asomarme a la ventana. La luz del sol ilumina completamente el patio y eso solo significa que estoy atrapada.

— Bebé, vuelve a la cama — Balbucea el chico de los ojos grises — Y quítate de la ventana o harás que el viejo jardinero muera de un infarto.

— ¿Cómo puedes bromear en un momento como éste? ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? — Reclamo en el tono más bajo que puedo — ¡Seguramente tu padre está en casa!

— Y Elliot — Se ríe.

— ¡Christian! Deja de jugar y ayudame a salir de aquí.

— ¿Cómo? — Se sienta en la cama — Lo mejor que puedes hacer es acompañarme en el desayuno.

— ¡Oh no! ¡Ni lo sueñes!

Luz Y Sombras (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora