Capítulo 25

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— ¿Qué? Debes estar bromeando.

No contesta, sigue subiendo las escaleras sin detenerse así que voy detrás de él hasta su habitación.

— Christian, habla conmigo.

— No tengo nada más que decir, Ana.

No enciende las luces, solo va directo a la cama y se sienta cubriendo sus ojos con sus manos.

— No, esto no es todo. Lo escuché, se lo que Elliot te dijo y está muy equivocado, él no puede...

— Pero es cierto, lo harás — Me interrumpe — Tal vez no ahora, o mañana, pero terminarás dejándome en algún momento.

Me siento en la cama a su lado mientras pienso en qué decir. Definitivamente no me imaginé a mi misma luchando por esta relación como lo hago justo ahora.

— No puedo prometerte estar contigo toda la vida, porque es imposible — Estiro mi mano para tocar la suya — Creo que ni las personas que se casan pueden mantener una promesa como esa.

Comienzo a acariciar el dorso de su mano y me apoyo en su hombro para seguir hablando. Tengo que sacar esas ideas que Elliot puso en su cabeza.

— Lo único que puedo asegurarte es que quiero estar contigo, que te quiero y me alegra mucho haberte conocido.

Levanto el rostro para mirarlo, pero él sigue con la vista fija en algún punto de la pared mientras continuo aferrada a su mano. Intento no sollozar, pero el temblor en mis manos me delata.

— No sé cómo será el futuro, ni siquiera puedo asegurar que tendré el empleo que deseo o cumplir con mis planes, pero de lo que estoy segura es que me gustaría compartir todo eso contigo.

— Yo no tengo futuro.

— Claro que lo tienes — Lo empujo un poco con un gesto juguetón — Pero prefieres ser el chico dramático con humor negro que conocí hace varias semanas.

— Ese es mi maldito humor de todo el tiempo — Gruñe.

— No, porque también eres dulce y cariñoso, y muy divertido. Eres el paquete completo, Christian Grey.

— ¿Aunque no pueda verte?

— ¿Bromeas? No tendré que preocuparme porque me veas despeinada en las mañanas, o que te des cuenta que en realidad soy fea y uso lentes de contacto azúl.

Una ligera sonrisa se estira en sus labios, comienza a traer círculos con su dedo pulgar sobre mi mano y ese sencillo gesto me tranquiliza.

— Por favor, no dejes que Elliot te haga sentir así. Sé que es tu hermano pero nadie debe tener el poder de jugar así con tu mente. Lo que sea que suceda, lo resolveremos juntos.

— ¿Lo prometes?

— Si, eso puedo hacerlo. Ahora deja de hacerte el difícil porque traje unos pastelillos para ti.

Quito la mochila que aún cuelga de mis hombros para sacar el contenedor, pero Christian lo quita de mis manos para dejarlo sobre su mesita de noche.

— ¿Sabes qué creo?

— ¿Qué?

Se inclina hacia mi para besar mi cuello y un escalofrío me recorre la espalda. Sus manos me empuja hasta quedar acostada sobre la cama.

— Creo que le gustas a Elliot.

— Eww, ni lo digas. Además, ya tengo novio.

Se ríe y su aliento cálido cosquillea en mi oreja, lo suficiente para causarme otro escalofrío. Este Christian dulce me encanta.

— Yo creí que a Elliot le gustaba Gretchen.

— ¿Por qué?

— No lo sé, hay algo en ellos que me hace sospechar. No sé si la forma en que se miran, pero definitivamente ahí hay algo.

Aleja su rostro de mi cuello un momento, sus cejas se mueven en una expresión pensativa y frunce el ceño.

— ¿Recuerdas cuando dije que tomé los condones de la habitación de Elliot?

— Si.

— Solo diré que él tiene compañía en las noches y dudo mucho que traiga una chica a casa.

— Oh.

Ahora estoy más confundida. ¿Elliot y Gretchen? Pero si esa rubia tiene las garras puestas en mi chico, ¿Es que quiere tenerlos a ambos?

— Yo creí que a Gretchen le gustabas tú, por eso me odiaba.

Vuelve a sonreír pero no niega mi creencia. ¿Él sabe que le gusta a Gretchen? ¿Y además que ella se acuesta con su hermano?

— ¡Lo sabías!

— Si — Encoge los hombros como si no fuera importante.

— Esa bruja — Gruño para mí misma.

— ¿Estás celosa, bebé?

— No. Pero la mantendré vigilada por si acaso.

Se acuesta a mi lado en la cama y me atrae en un abrazo tan cálido que creo que podría dormir el resto de la tarde así. Tal vez incluso parte de la noche.

— Ahora que lo recuerdo, tengo que llamar a tu padre y confesar que le rompí la nariz al llorón de tu hermano.

— Mierda, nena, eres una chica ruda.

— ¿Mencioné que mi padre es un ex marine?

— Doble mierda, eso es genial. Espera... — Se endereza sobre sus codos para mirarme — ¿Significa que tu papá podría fácilmente patearme el trasero si soy malo contigo?

— Si.

— Pensándolo bien — Se deja caer de nuevo sobre su espalda — Creo que esto no va a funcionar, bebé. Deberíamos terminar como buenos amigos.

— Miedoso — Pongo los ojos en blanco aunque sé que no puede verme — Además, yo misma podría patear tu trasero cuando lo merezcas. Así que no me obligues, Christian.

— Como tú digas, nena.

Besa mi frente y acaricia mi brazo con suavidad mientras permanecemos acostados mirando el techo. Este es un silencio tranquilizador después de la pequeña tormenta que enfrentamos hace un rato.

— Voy a graduarme pronto y estoy suponiendo que irás conmigo.

— Ahora tengo miedo de decir que no — Se burla — ¿Estás segura que quieres que vaya? No podré ver nada de todas formas.

— Lo sé, pero conocerás a mi papá. Y podríamos ir a cenar los tres después de la ceremonia.

— Supongo que necesito un traje.

— Y yo un vestido. ¿Quieres que vayamos a conseguirlos?

— Si, pero no quiero ir en ese auto tuyo.

— ¿Por qué no? — Chillo ofendida.

— ¿Tengo que decirlo? ¡La última vez casi nos matas!

— ¡Dramático! Soy una excelente conductora y más te vale empezar a confiar en mí porque pienso conducir mucho más.

— ¿Tengo otra alternativa?

— ¡No!

— Entonces no diré más, pero voy a necesitar un premio por ser tan buen novio.

— Te traje panesillos — Señalo la charola sobre la mesita.

— Yo pensaba en algo más... Íntimo.

Luz Y Sombras (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora