II

1.4K 188 209
                                    

Calor y sudor fue lo primero que sentí en mi pálido y delgado cuerpo apenas abrí mis ojos. Me levanté lentamente y observé con admiración mi cuerpo.

—Hermoso —le hablé al espejo; parecía un loco.

Pasos cortos di hasta mi armario para buscar mi ropa y de igual forma, me dirigí hasta el baño. Abrí la ducha para que el agua caliente sea expulsada y fui regulandola con el agua fría.

Mis ojos se encontraban cerrados mientras mi cuerpo se humedecía lentamente con aquellas pequeñas gotas. Mis manos paseaban por cada centímetro de mi piel hasta llegar a mi cuero cabelludo para empezar a esparcir aquel shampoo que tan rico aroma tenía; era de manzana. El jabón rosita se deslizaba por mis brazos y piernas, y hasta generaba algo de espuma en mis delgados dedos.

Una vez que mi pálido cuerpo estuvo libre de todo químico higiénico, salí de aquella ducha luego de cerrar la llave del agua y me seque con mi toalla magenta; tan suave y grande.

Unos jeans ajustados de un azul oscuro, una polera negra y un sueter rosa eran las prendas que llevaba para ir a visitar a aquel moreno que trabajaba en la cafetería. Habíamos hablado hasta tarde en la noche anterior y era un tipo bastante gracioso y tímido a la vez.
Tuve que fingir el no saber su horario de entrada y salida ya que aquel papel me había dicho todo.

Revisé la hora; ya habían pasado unos 30 minutos desde que él había ingresado para realizar su labor y yo comencé a ordenar algunas cosas que había desacomodado para después salir del departamento.

(...)

El sonido de la campanilla encima de la puerta de aquella cafetería se hizo presente cuando ingresé al local.
Namjoon estaba atendiendo a una señora que había realizado su pedido; él estaba entregandole el cambio.

—Buenos días, Namjoon —sonreí acercandome a él y noté su nerviosismo.

—O-Oh, buenos días, Seokjin —sonrió mostrando otra vez sus hoyuelos.

—¿Cómo va la mañana? —tomé asiento en uno de los altos taburetes frente al mostrador.

—Muy tranquila, por suerte —desvió la mirada—. A estas horas no hay mucha gente.

—Ya veo, es muy temprano aún —también desvié mi mirada y sentí como él se ponía frente mío.

—¿Vas a pedir algo?

—Un café y dos tostados —sonreí gentilmente mientras giraba mi rostro hacia su dirección—. Me han encantado los de ayer y no me molestaría desayunar siempre lo mismo.

Ambos soltamos unas pequeñas risas y él se hizo a un lado para comenzar a preparar el café y los tostados.
Yo solo me quedé observando con detalle aquel lugar que parecía ser tan pequeño desde afuera; aunque por dentro era casi tan grande como un lujoso restaurante.

—Disfrutalo —colocó cuidadosamente aquel desayuno frente a mí y me sonrió como solía hacerlo.

—Gracias, querido —tomé los sobrecitos de azúcar y comencé a abrirlos para vaciarlos en la pequeña taza.

—Oh, no es nada —negó con su cabeza—. De todas formas, es mi trabajo.

—Haces muy bien tu trabajo, Namjoon —le dí un sorbo a mi café para verificar su temperatura la cual estaba perfecta.

—Deja de halagarme, harás que me sonroje cada vez más —colocó sus manos en sus mejillas y sonreí por tan tierna acción.

—¿Y cuál es el problema con que te vea sonrojado? —recargué mi mentón en la palma de mi mano, con mi codo en aquel mostrador.

50 VECES ROSA // ~namjin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora