III

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Esa mañana decidí ir a caminar por aquella pequeña ciudad antes de visitar al moreno.
A unas cuantas cuadras de donde yo me estaba hospedando había un parque repleto de árboles con sus hojas rosas. Una brisa pintaba mi nariz de un color rojizo y también me despeinaba algun que otro cabello.

El sol aun no estaba del todo presente, convirtiendo a las nubes en grandes bolas naranjas de algodón; era algo muy bonito de ver y hasta llegue a tomarle una que otra foto.

Los bancos, los troncos, el olor, el sonido y el clima me llevaban a mi niñez, probablemente uno de los momentos más inocentes de mi vida, donde mi padre o mi madre me daban ordenes y yo sin cuestinarlas, iba a pasos firmes a cumplirlas como si fuera un pequeño soldado.

Con los años aprendí y entendí que todas aquellas cosas fueron la causa de la persona que me había convertido hoy en día; un criminal.

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02/11/1998

-Jinnie -mi madre me llamaba para que bajara del columpio-, ¿puedes venir? Por favor.

Sin pensarlo, salté de aquella hamaca y me sorprendí de mi mismo por haber aterrizado con los dos pies firmes en el suelo.
-¿Qué, mami? -pregunté luego de correr hacia su dirección.

-¿Puedes ayudar a mami de nuevo? -buscó algo en su cartera y yo miré curioso mientras rascaba mi muslo izquierdo; un mosquito me había picado.

-¿Otra vez debo darle un beso al amigo de papá? -pregunté con un gesto de asco.

-No, mi amor -sacó una pequeña bolsa con azucar en su interior; o al menos yo creía que era azucar-. ¿Ves el muchacho de allí? -volteé y lo miré atentamente-. Llevale esto, él te dará unos cuantos billetes.

-¿Entonces hoy comeremos pollo? -pregunté esta vez con mi vista fija en ella y una mirada brillante.

-Tal vez, ahora ve, esta haciéndose tarde -tomé la pequeña bolsa y salí corriendo a donde estaba el señor.

-Tienes algo que es mio, pequeño -dijo el hombre inclinando su torso hacia mí.

-Sí pero tú también tienes algo que es mío -mamá me enseño que primero son los billetitos.

El hombre rió y sacó unos cuantos billetes de su bolsillo.
-Toma niño, ahora dame eso.

Le extendí la bolsa una vez que aquellos papelitos estuvieron entre mis dedos y salí corriendo hacia donde mi mamá estaba.
-Toma, mami.

-Eres un buen chico, cariño -acarició mi mejilla y sonrió dulcemente-. Vayamos a casa -tomó mi mano y se levantó de la banca.

Ambos caminamos en dirección a nuestro hogar. Hablábamos de cosas triviales; yo le mencionaba algún que otro dato de mi superhéroe favorito y ella me comentaba alguna remodelación que le gustaría hacer a nuestra casa.

Yo no entendía muchas cosas pero siempre le decía que quedaría bonito y que debería hacerlo.

Era un niño muy inocente, aunque todo se fue a la mierda años más tarde...

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Caminaba por el pequeño centro de ahí.
Ingresé a una enorme tienda donde vendían cualquier tipo de cosas; desde maquillaje hasta decoraciones para el hogar.

Examinaba los pasillos con lentitud y una conversación proveniente de la caja llamó mi atención.

-¿Cuanto cuesta aquel antifaz de gatito? -una señora acompañada de un pequeño niño preguntó al joven que estaba detras del mostrador.

50 VECES ROSA // ~namjin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora