VIII

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Estaba sentado en mi balcón, oyendo las bocinas a lo lejos, fumando y observando como el sol aún se encontraba débil debido al reciente amanecer.

Cuatro días habían pasado luego de mi encuentro con el repartidor de pizza y debía admitir que ya me sentía un poco mejor. Evité ver a Namjoon con una excusa perfecta para no aparecer por aquel local; había atrapado un fuerte resfriado. Y tuve la suerte de que dos días atras haya estado lloviendo, aprovechando la situación para mentir con que había ido de compras sin un buen abrigo.

El moreno insistió varias veces en visitarme y llevarme algunas medicinas pero obviamente me rehusé por completo a que lo hiciera. Necesitaba despejar mi mente y evitar ver al menor como alguién más allá que una victima.
Y había funcionado porque ya no pensaba en él con tanta frecuencia.

Pero claro que no podía pasarme los 50 días sin verlo, si la única razón por la que estaba en aquella ciudad llevaba su nombre. Y estaba decidido, realmente iba a ir a verlo porque ya no estaba interesado en algo con él, incluso me atrevía a decir que no quería acostarme con ese moreno.

Apague el cigarro contra el cenizero que había llevado yo mismo allí y decidí entrar, notando que en diez minutos la cafetería iba a abrir. Ya eran las ocho menos diez pero Namjoon entraba a las nueve asi que aún era muy temprano para aparecer por allí. Por eso, busqué un atuendo algo casual y me metí a la ducha.

Acariciaba mi suave piel con el jabón generando una agradable espuma y enjuagaba cuando ya era suficiente. Repetí aquella acción unas diez veces en todo mi cuerpo luego de hacer desaparecer el shampoo de mi cabeza y salí para envolver mi cuerpo en una toalla.

Me acerqué al espejo y noté que necesitaba una buena afeitada. Parecía que me había tomado muy a pecho el papel de enfermo pero la realidad era que no tuve tiempo o ganas para arreglar mi bello rostro. El simple hecho de estar en aquella casa, pensando como asesinar a alguien que de una u otra forma podía causarte mariposas en el estomago era un tanto fatigoso. Y la peor parte de toda esa situación era que nunca me había encontrado en ella.

Tomé mi rasuradora luego de esparcir algo de crema para afeitar en mis mejillas y alrededor de mi boca y comencé con aquella tarea. Si quería ver a Namjoon al menos debia estar presentable. Una vez que mi semblante se vio listo decidí comenzar a secarme con más profundidas y acto seguido, vestirme para aquella ocasión.

Jeans ajustados negros y un sueter color flamenco junto a unos zapatos negros, los cuales estaban muy bien pulidos. Limpié el pequeño desastre dentro del baño y una vez que todo estuvo medianamente ordenado, decidí salír de ahí con una gran abrigo negro.

(...)

Aún era algo temprano, por lo que antes de ir a ver a Namjoon decidí pasear un poco por la zona, en el pequeño centro de aquella ciudad.

Habian locales de todos los tamaños y de cualquier cosa; tiendas de convivencia, de ropa, lugares de comida y galerias con pequeños puestos en su interior. Casas de electronica, algun que otro departamento e incluso vendedores ambulantes.

Observaba con detenimiento las cosas de aquel lugar, tratando de que la hora se pasara más rápido, y cuando por fín noté que ya era momento de ir a la cafetería me quedé congelado frente a una bonita vidriera donde se encontraba mucha ropa delicada, entre ellas, un vestido tipo staples con muchos volados en sus bordes. Obviamente, era color rosado.

Mamá...

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09/03/2000

-¿Jin? ¿Ya estas listo? -preguntó mi madre desde la planta baja mientras yo terminaba de atar mi agujetas. Di un salto de la cama y salí corriendo escaleras abajo. Me encontré con mi mamá en la puerta de nuestra casa-. Jinnie, ¿y tu abrigo?

50 VECES ROSA // ~namjin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora