parte siete

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¡Por Dios que me duele la cabeza!

Intento levantarme, estoy en un dormitorio, bastante hermoso, paredes color blanca, la cama de dos plazas con sábanas blancas, no había cuadros, sólo una, de Sam y una mascota

¿Una mascota? Esto va en serio...

-¿Qué? ¡¿Estoy en casa de Sam?!

-valla, veo que despertaste- Sam apoyado en la puerta del dormitorio

¿Qué rayos.... Qué rayos hago acá?

-¿Estás confundida?- Asentí tímidamente -después de tantas vueltas para llegar a tu casa, decidí traerte hasta acá, y valla que pesas- moviendo su hombro hacia adelante y atrás

-¿Qué? ¿Porqué?

-mmm el efecto de resaca, eso es porque bebiste-confirmó

-espera.... no estoy entendiendo .... ¿dices que me trajiste hasta acá porque no lograste dar con la dirección?- sacudo mi cabeza

- pues sí, te pregunté varias veces y la verdad es que no di con la dirección ya era tarde y te habías dormido

No, no, no... esto no debe estar pasando

Se escucha unos ladridos de un perro

-aquí estás- Sam lo toma en brazos- saluda a la visita mona

¿Mona? ¿Se llama mona?

-¿Ves? Estoy siguiendo los pasos- tomó de una patita del perrito y me saluda- me quedarían dos

¿Dos?

Miré confusa

-abuelo y el lugar divertido-comentó- aunque el día de ayer no lo fue tanto

Carraspeé, Levanté la sábana y estaba vestida pero sin mis zapatillas

-las dejé aún costado de la cama

- gracias

Él asintió- el desayuno está listo- Voltee a mirarlo -Está listo- confirmó y se retiró de la habitación

Patalee en la cama, ¿Cómo es posible de lo que hice?

Tonta Martina

Decidí ir hacia el comedor, era muy hermoso el lugar, alfombras blancas sin ninguna mancha, muebles de una excelente madera, detalles en ellos muy hermosos. Era una casa enorme.

Mirando cada detalle, Sam me espera en la mesa

Me acerco tímidamente, por unos momentos había olvidado que soy su terapéuta.

-la verdad es que.... debo decirte algo- procuré en decir la verdad

- dime

- yo no.... - suena su teléfono

- espera, dame unos segundos- contesta su celular- dime Katrin

¿Katrin? ¿Será su novia?

Me encogí de hombros, mi estómago sonaba de tal manera que no me pude rehusar a no comer. Eran unos huevos frescos estaban riquísimos

¿A caso son de gallinas de oro?

-esto está delicioso

- que bueno que te gustaron

Me sobresalté a tal nivel que tosí y tosí, Sam me acercó un vaso con agua

- disculpa, y ¿Qué decías? - quiso seguir con la conversación

-ee... y-yo sé que esto no está bien, y quería - me Interrumpió

-tranquila, todos queremos pasarla bien y lo entiendo

No soy ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora