Capítulo No. 17

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Era el día

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Era el día.

Era el gran día.

¡El comienzo del cortejo!

Harry estaba completamente nervioso, porque, ¡Él tendría que empezar el cortejo, él solo!, el brazalete de oro blanco parecía pesar una tonelada completa en su bolsillo y lo atraía al piso claramente no era porque en cualquier momento podría desmayarse.

Contrólate, enclenque.

Suspirando para tratar de calmarse se aseguró de tener todo listo para el desayuno especial que había preparado especialmente para Louis y él. Al ser él el que empezaría el cortejo, sus hermanos habían decidido dejarlo solo con Louis, con la excusa de darle un vistazo a la empresa y ahí pasarían un largo rato.

Huevos revueltos, listo, tocino, listo, panqueques con jarabe de mafle, listo, jugo de naranja recién hecho, listo, las fresas favoritas de Louis, lis...

Esperen...

¡¿Dónde estaban las fresas?!, ¡Las había puesto ahí a un lado del jugo!, no podían desaparecer de la nada, ¿verdad?, no podían tomar el desayuno sin las fresas favoritas de Louis. No seria especial si no veía la sonrisa de gatito mimado que ponía Louis cuando comía sus tan preciadas fresas, sus ojitos se achicaban y su sonrisa era enorme.

Empezó a buscar como loco por toda la mesa, no supo cómo pero de los movimiento erráticos que estaba haciendo se resbaló el pie izquierdo ya que estaba descalzo casi perdiendo el equilibrio en el proceso. Pero como buen ex jugador de hockey recuperó el equilibrio con gracia.

"Soy el mejor" se alagó a si mismo mientras se palmeaba el hombro.

Tanta fue su concentración que no pudo oler las avellanas y la vainilla acercarse a su lugar.Una linda y tierna risita se escuchó atrás de él, reconocería ese dulce sonido donde fuera. Volteó con delicadeza y encontró a su pequeño omega con el tazón de fresas que estaba buscando en sus manos, lo miraba con una sonrisa traviesa y Harry no tuvo otra opción que regresársela.

"Pequeño ladronzuelo, ¿en qué momento tomaste las fresas, gatito ladrón?" se acercó al omega con pasos pausados y mientras este soltaba una traviesa risa lo rodeó con su brazos.

Ambos aún estaban en pijamas, y no en cualquier pijama, Louis había visto en una tienda en línea unos coloridos pijamas de parejas que podías mandar hacer a tu gusto, eran tantos estampados, estilos, colores que Louis quedó enganchado un largo rato, su lado cursi, tierno y romántico se había apoderado de él confeccionando varias pijamitas sin la intención de comprarlos realmente. Edward pareció darse cuenta de su gran entretenimiento y como no si tenia mas de media hora sin oír la chillona y melodiosa voz del omega, que decidió averiguar que estaba haciendo el omega, al ver lo que quería, le gritó a sus hermanos para que entre todos hicieran las pijamas y aunque con un poco de pena, Louis dio sus ideas con sus mejillas rojas.

¡Omega para tres!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora