Capítulo No. 02

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El omega estaba impresionado con el monumental alfa que estaba enfrente de él

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El omega estaba impresionado con el monumental alfa que estaba enfrente de él. Bueno, ambos.

Se atrevió a hacerle una observación completa desde su cabello castaño engominado a la perfección, sus hermosos y encantadores ojos verdes que parecían brillar por alguna extraña razón detrás de unos lentes de armazón negro, sus labios carnosos y rosados que pedían a gritos ser besados y esperaba poder hacerlo, sus hombros anchos, un abdomen plano cubierto por un suéter de lana café, siguió bajando la mirada, pero no pudo seguir con su examinación del alfa ya que a su pequeña nariz llegó el olor del alfa e hizo que sus piernas tintinearan y su omega ronroneara con gozo. Podría apostar que solo le faltaba una palabra del alfa para que éste se volteara y le mostrara el cuello y el vientre en señal de respeto. Y de otra cosa.

Olía deliciosamente a libros. Un olor fuerte, atrayente y hipnótico.

O como ama leer, con un té en su sillón reclinable a un lado de la ventana de la sala de su departamento que da una vista de toda la ciudad de Londres. Y sus dedos picaban por seguir a su omega y colgarse del alfa para poder marcarlo con su aroma y así todos supieran que era de él.

Omega territorial en su máxima expresión pero no era el momento, aún no. Tenía que tener la cabeza fría, ya había pasado por el esto una vez y dos veces sonaba excesivo.

Por su parte, el alfa también estaba totalmente impresionado por la pequeña cosita que estaba frente a él, un hermoso y pequeño omega, su cabello castaño cobrizo estaba revuelto y enmarcaba su dulce rostro, adorable, sus azules ojos despabilados tenían un brillo tenue y su ropa mal acomodada indicaba que se acababa de despertar, antes de que el sentimiento de culpa por haber levantado al omega llegara a Marcel, su olor lo noqueó.

Olía deliciosamente a vainilla con avellanas.

Un olor dulzón, pero en absoluto que a su alfa no le molestaba, más bien le encantaba y también el omega de ojos azules. Casi podía sentir el tirón en su vientre para que se aproximara al omega, lo tomara en sus brazos y poder colocar su naríz desde su fuente de olor. Y con algo de suerte colocar ahí su marca y todo mundo supiera que ese precioso omega estaba completamente fuera de sus garras.

Hazlo, ¡ya!, su alfa le gruñó. Eso último lo asustó, ¿de dónde había surgido la idea de marcar a un omega que apenas conoce?

Contrólate, se obligó a calmar a su atolondrado alfa.

Ambos sabían que tenían que hablar, pero ninguno quería quitar su mirada del otro, sus presencias internas se estaban conectando, pero ellos todavía no se darían cuenta.

Así que lo hizo Mean Machine con un maullido enfadado.

Louis volteó a ver a su gato de bengala, este se encontraba a un lado de él mirándolo fijo, sentado en el suelo, recordándole que tenía que ponerle comida a su tazón. Su pequeño corazón se apretó con cariño, se agachó y lo tomó en sus brazos para arrullarlo mientras este ronroneaba.

¡Omega para tres!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora