Capítulo No. 18

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DEBERÍA ESTAR AQUÍ

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DEBERÍA ESTAR AQUÍ.

Nervios, oh jodidos nervios, como los odiaba.

¿Dónde estaba Louis?, ya debía estar aquí. Edward checó la hora en el reloj de su muñeca.

2:37 p.m.

Siete minutos de retraso, siete minutos, no eran muchos, ¿verdad?

No, no, no, todo esta bien, si esto no estuviera funcionando, hablando del lazo y Louis, obviamente. Un alfa muy triste con pelo arcoíris, bueno que solo era verde y azul, le hubiera hablado temprano en la mañana jurando que no se volvería a enamorar jamás en la vida mientras su habla se trababa por el alcohol o tal vez se había tirado de un risco o algo así, porque sí, Harry era un tanto extremista, ya saben quien es el dramático de los Styles, si no cuentan al mayor Styles, su padre. Sin embargo, era más que claro que Louis los quería, ¿verdad?, y que si estaban tardando era porque el bruto de su hermano se emocionó tanto que no quiso despegarse del omega, ¿verdad?

Maldito Harry y toda su mugrienta existencia.

Okey, okey, okey, hay que calmarnos y checar que todo esté perfecto para nuestro omega.

Borró esos pensamientos negativos de su cabeza y se concentró en su muy llamativo picnic, o sí, el gran alfa Styles había preparado un picnic para su querido suspirito azul, referencia a los pitufos, muchas gracias, pero mientras Louis no se enterara de qué significaba, él y su caricatura de la infancia quedarían a salvo. 

"Pasemos lista" hablar solo es un mal hábito que deberían controlar todos los Styles. "Sándwiches de pavo sin aguacate, aunque yo quería un poco pero hoy es el día de Louis, listos, una gran jarra de limonada rosa, sí está, un plato relleno de los chocolates favoritos de Louis, sí, y las fresas favoritas del pequeño mimado también están. Oh, oh, casi lo olvido, el pastel de chocolate que preparé yo mismo.

Suspiró al saber que todo estaba en orden con su comida, aunque algunos pensarían que la comida era un tanto simple pero Edward duró todo el tiempo que Marcel estuvo a solas con Louis en Londres mientras él estaba en Irlanda, preparándose y aprendiendo como hacerlo. No fue fácil, diez cortadas de dedo, para algo que ni ocupaba, seis quemadas de mano, diecisiete pasteles quemados y once crudos, salió el ganador del gusto de Louis. 

Esperemos.

Había puesto todo eso en una llamativa sabana de satín gris a la sombra de un árbol porque para ser un picnic tenía que ser en un lugar alfombrado de césped como por ejemplo en un parque, y casualmente había un parque muy lindo, discreto y cerca del apartamento de Louis. 

Pero algo faltaba, ¿qué era?, ¿qué podría ser?, tal vez... ¡¿un omega hermoso de ojos azules con un cuerpo precioso, bellos y magníficos sentimientos, que lo tiene en la palma de las manos a sus hermanos y a él y que, aparte, tenía una pequeña fiera con garras de mascota?!

¡Omega para tres!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora