Día 31 ❣ Pecado

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A primera hora del día las puertas del estudio de Fëanor se abrieron de mala gana

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A primera hora del día las puertas del estudio de Fëanor se abrieron de mala gana. El elfo entró arrojando lejos todo lo que se le cruzó en su camino al escritorio.

—¿Y ahora a qué vienes? —le recriminó Fëanor subiendo los pies al filo de la mesa.

—No te conviene hablarme así cuando te enteres a lo que he venido —reprochó el menor soltando varios palos, telas rojas y piedras en la misma mesa. La evidencia del crimen —. Mira, lo que tus hijos han hecho.

—¿Mis hijos? —cuestionó Fëanor con una mueca estudiando los objetos—. ¿No serán las tuyos? A lo mejor has traído a Findekano a pedir perdón y por eso te acompaña.

La expresión de Fingolfin en ese momento era indescifrable, pero de algo estaba seguro, ganas de ahorcar a su hermano mayor no le faltaban. Tomó una gran bocanada de aire para poder soportar aquel comportamiento de Fëanor.

—¡¿Mis hijos?! ¡Curufinwë! Mis hijos no tienen la malicia para hacer catapultas y usarlas en las casas de sus tíos —explicó Nolofinwë—. Fueron esos gemelos tuyos que cuando los pierdes de vista dejan todo patas arriba. Y por cierto, mi hijo no me acompaña para eso, viene a ver a su primo.

Fëanor chasqueo los dientes, "de nuevo esos hijos de su...." pensó pero temió terminar incluso en su cabeza por miedo a Nerdanel, pues todos sabían que esos dos eran sus favoritos. Antes de mostrar un ápice de furia, dándole el placer a Fingolfin, se acomodó las ropas de su cuello y lo invitó a salir en busca de ese par y darles su merecido, claro, si Nerdanel se lo permite.

—Acompañame, creo saber donde están esos niños —le dijo con el tono más calmo que pudo evocar.

Minutos después de que Fëanor y Fingolfin salieron del estudio, Maedhros guió a Fingon dentro del mismo. Iban tomados de la mano y sólo está acción ya les tenía el corazón palpitando sin medida.

—¿Estás seguro que aquí nadie nos verá? —preguntó Fingon siendo acorralado entre el escritorio y cuerpo de Maedhros—. Maitimo, es la oficina de tu padre. No podemos correr el riesgo.

En el momento Maedhros se aseguró de cortar los escapes de Fingon tomándolo por las caderas, y obligándolo a entrelazar sus brazos por su cuello. Se inclinó un poco y robó de los labios del menor un beso apasionado, exigente y atrevido. La acción pronto se tornó en algo un poco más íntimo.

Fingon sentía estar en las nubes, después de tanto tiempo sin ver a su amado, parecía que el ahora era eterno pero también efímero. El calor provocado por la situación limitó su juicio pero tuvo el tino de detener la mano de Maedhros cuando esta ya estaba dentro de sus pantalones.

—¿Qué pasa? —le dijo el mayor jadeante—. Te prometo que nadie nos va a escuchar, será nuestro dulce pecado ¿te gusta?

Fingon enmudeció, simplemente asintió y dejó que Maedhros tomará el control de la situación donde por suerte, jamás fueron descubiertos y fue, en el futuro, una gran historia que Maedhros no se cansaba de repetir sólo entre ellos dos.

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Un mes de Russingon ━ Fictober 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora