Día 28 ❣ Ruina

59 13 14
                                    

Tras los últimos sucesos, Maedhros se encontró realmente en aprietos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tras los últimos sucesos, Maedhros se encontró realmente en aprietos. Con el pasar de los soles comprendió un par de cosas: nadie vendría jamás a ayudarlo, pues como decían, estaba en la boca del lobo y nadie, ni siquiera sus hermanos, eran tan estúpidos y además, no tenían motivos suficientes para ir en búsqueda de su hermano mayor. Si su familia no se animaba a ayudarlo, nadie más lo haría, supuso con el tiempo y la locura como miedo que invadían cada palmo de su cuerpo.

Las lágrimas en un inicio brotaron como cascadas y sus gritos desgarraban los cielos oscuros, causando no sólo deleite en los oídos de los servidores de Morgoth, sino también al mismísimo Mairon, quien por cierto, además de burlarse e insultarlo, de vez en cuando también era aficionado a someter al elfo a las más crueles torturas de esos tiempos.

La piel se comenzó a rasgar, su mirada perdió aquel hermoso brillo que hacía contraste con las solemnes luces de Valinor. Maedhros se iba convirtiendo en un simple esqueleto vacío.

Su cuerpo adelgazó al mismo tiempo en que su sufrimiento comenzó a ser algo de lo que se acostumbró. Esa mañana, o al menos eso pareció ser ante los perdidos ojos de Maedhros, sus torturas semanales habían acabado.

—Déjenlo caer —ordenó Mairon y al instante, dos orcos medianos dejaron caer el cuerpo de Maedhros al suelo del risco.

Era esa una imagen lamentable. Quien en su tiempo tuvo la más hermosa sonrisa, ahora una expresión de terror lo dominaba y la saliva salía a su merced por sus labios. Los ojos siempre estaban llenos de lágrimas y a duras penas un hilo de voz podía producir.

El Maia colocó su pie enfundado en su armadura por sobre la cabeza de Maedhros, la cual apuntaba en dirección al lugar donde posiblemente Fingon rondaba en la ignorancia. Se sentía en una completa ruina y desdicha, pero los malhechores habían logrado uno de sus objetivos; arrancarle de cuajo las esperanzas de vida.

Los orcos prepararon los grilletes que lo sostenían en medio del vacío y una vez todo estuvo listo, de una patada lo arrojaron y dejaron caer todo su peso de nuevo en esa pobre muñeca lastimada.

Maedhros ahogó un grito de horror, pero el llanto no pudo cesarlo. Dicho llanto fue el premio de los cabrones en ese momento, quienes se retiraron riendo e imitando el verdadero dolor que vivía Maedhros.

Ya en completa soledad, al menos en las alturas, tenía tiempo de sobra para pensar y lo ocupó para recordar todos esos bellos momentos que compartió con Fingon, su niño siempre hermoso y valiente.

A su desgastada memoria vino la vez que junto con Fingon, jugaron a la princesa y el príncipe, o la vez que le ganó la curiosidad e interrumpió la ducha del menor. Algo que no le causó la misma gracia y ternura, fue la venganza de Findekano donde fue atado a un árbol y torturado de una forma bastante única.

—Si pudiera volver a tocarte... — evocó con su voz destrozada y deformada por el desgaste requerido por los gritos de terror—. Tocar esos labios que tanto amo y desconocer por completo este sentimiento de ruina y perdida. Mi amado Findekano, ruego a los Valar por que cuiden de tu camino y nunca sientas algo similar.

No pudo hablar más, algo dentro de él estaba desgarrándose y temía a desfallecer nuevamente. Calló y reflexivo se mantuvo viendo el horizonte, con la triste y muy apagada esperanza de salir vivo de ese nefasto lugar.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un mes de Russingon ━ Fictober 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora